El reflejo del espejo: El fantasma de la máquina (1a. parte)

En nuestro nuevo tema de análisis y reflexión, tomamos como punto de referencia, dos producciones cinematográficas contemporáneas que son parte de un mismo culto significativo a la cibersociedad. La primera, fue producida en la cultura de la historieta japonesa: el manga, cuyo tema sigue tocando el contexto de una sociedad postapocalíptica futurista ubicada en el año 2029, donde se diseñan y se construyen androides, que son parte biológicos y parte cibernéticos. El Fantasma en la Máquina (Kokaku Kidotai), es un tema de ciencia ficción  creado por el japonés Masamune Shirow, con varias versiones sobre el mismo tema. Posteriormente el tema fue llevado a la pantalla con una magnifica producción cinematográfica animada tipo cyberpunk  (Ghost in the Shell, dirigida por Mamoru Oshii, estrenada en 1995 y ganadora de varios premios importantes. Actualmente el cine de Hollywood, retoma el tema y lo recrea con actores de renombre: Scarlett Johansson, como la actriz principal que interpreta a Motoko Kusanagi, o La Mayor, del cual se espera exista una respuesta favorable de la audiencia y de los fans de este género.

  

El contenido de estas creaciones imaginarias de la ciencia ficción, se orientan por abordar un entorno complejo abrumador y violento, que se rige por cierta estructura político social donde la ciencia es la que llega a determinar el funcionamiento absoluto del sistema en general, y donde existen reglas planificadas mediante códigos informáticos sofisticados, disposiciones que si son transgredidas y atentan en contra de ese poder tecnocrático, son inmediatamente aplacadas y controladas por los servicios inteligentes secretos policíacos y un sistema de seguridad que está a las ordenes de ese Estado absoluto cuasi perfecto.

Es ahí donde se requiere de máquinas más humanizadas semi-perfectas que tengan la posibilidad de tomar decisiones propias, de sentir emociones hasta cierto punto, aunque esto pueda ser una clara transgresión contra sus propios creadores, pero a esta misma situación, podemos agregar lo que pueden estas máquinas androides tener: el derecho a existir por su cuenta como entes independientes, que siguen ese aprendizaje y la oportunidad de trascender, o tener el derecho a saber quiénes son en realidad, a qué han venido a este mundo. Es decir, esto apunta a una importante disyuntiva en su destino, porque se dan cuenta que pueden pensar en una realidad independiente, en la propia necesidad de evolucionar como entidades mucho más perfectas que el ser humano. 

Una aspiración que la historia de la humanidad ha venido  buscando a través de las religiones, el derecho a obtener el conocimiento y reconocer esa posibilidad de jugar a los dados en el espacio tiempo como dioses, porque hay esa oportunidad de reconocerse individualmente como personas en construcción permanente, porque también tienen hermoso tesoro: una alma, una parte interior que subyace en lo más profundo de su inconsciente, en esa sección donde la actividad mental-psíquica, se convierte en un gran torbellino dinámico y complejo. Donde se pueden reprogramar y reconfigurar infinitos mundos con distintos niveles de consciencia y múltiples dimensiones que se proyectan como infinidad de espejos donde se puede reflejar la realidad en sus vértices y puntos de intersección, como actos de esencia y significación (Levinas, 1987).

La gran prueba para esa casi perfecta máquina androide, es el hecho de saber si se puede lograr la inmortalidad, si existe esa otra parte de la existencia que permanece atenta y acompaña esa intencionalidad inmediata, cuando logra experimentar el mundo a través de una  especie de objetividad racional, lógica programada de inteligencia artificial (I.A.), sólo hasta donde se le permita adquirir ese conocimiento lleno con esas vivencias cotidianas, el imperativo inmediato le indica sobrevivir por el momento, y poner en práctica estrategias de resolución de problemas en un esquema restringido para tomar decisiones propias, fuera de los programas asignados artificialmente, porque la lógica en la estructura de sus programas-pensamientos, también puede existir dudas y temores; emociones que no deberían ser cuestionadas por ningún momento, pero sin embargo, ahí están latentes pulsando en espera de que se puedan activar diversas respuestas estructuradas que lo conduzcan a otro nivel de conciencia, esa es la prueba que tendrá que superar en cuanto se de cuenta de la intención oculta detrás de esos operativos policíacos, un complot que deberá ser limpiado a como de lugar, sin sospecha alguna, ni huella que pueda ser descubierta, por ese motivo, se crea un error (Puppet Master) en el sistema a modo de espejo que adquiere su propia identidad independiente, que no se quebranta ni haga trizas la realidad inmediata, porque detrás de ese reflejo, sólo se vislumbra la muerte de una máquina, pero se pierde la corazonada de que exista otro ese mundo de trascendencia, un lugar de perfección eterna, ese lugar queda por lo pronto restringido, pero los creadores no cuentan que hay otras posibilidades para regenerarse y reconstruirse. 

Una abierta alegoría que hace alusión a la denominada metempsicosis o transmigración de las almas (psicopompo mitológico) a otro cuerpo, o sea un misterioso viaje a la reencarnación como prueba de su permanencia y evolución; punto de estudio filosófico mítico religioso que sigue aun vigente en esta era de la información y del conocimiento, porque seguimos como especie en ese camino de búsqueda hacia la eternidad, y no se, si tal vez esto se logre mediante estados largos de ensoñación o meditación profunda, donde por ejemplo, la memoria de una máquina androide aprenda que sueña y logre activar un sistema de ensoñación como recuerdo  imaginario, porque aun no logra descubrir en su estado más simple y puro, donde se supone existe el anima (Bachelard, 1960). 


Es un tema que posiblemente lo podamos asociar con la llamada teoría del espejo roto, la cual se plantea casi al final de esta película animada, veremos si existe, o sólo es un mero planteamiento teórico estudiado por la filosofía metafísica, la antropología, la semiótica,  la historia del arte, el psicoanálisis, la filología, o inclusive por la teología y la estética (Kuzmina, 2012), o también por las importantes aportaciones de las llamadas neurociencias para abordar el tema del autismo infantil, o lo que explican los teóricos de la física cuántica, un asunto de análisis profundo que nos deja Oshii, para contemplar nuestro propio reflejo humano, pero mejor lo dejaremos pendiente en el siguiente artículo publicado.

Comentarios

Entradas populares