Conciencia virtual: Más allá de la muerte y la distopía tecnológica (3a.parte)

En el punto donde nos quedamos en la anterior publicación, nos indica de por qué deberíamos poner nuestra conciencia hacia la dirección de indagación e interpretación de lo que las grandes corporaciones ya iniciaron hace tiempo con la creación de empresas que van a intentar venderte ideas y propuestas de cómo podrías y quieres irte al más allá, en qué condiciones, con cuánto podrás contar en capital para financiar tu estancia y permanencia, además de administrar y gestionar tu memoria, tal vez en un disco duro, o en una tarjeta madre (RAM) o USB, que puedan tener tus familiares, donde puedan rememorar por así decirlo: los recuerdos de lo que eras, lo que pensabas y sentías, tus hazanas y logros, tu miedos y temores, también lo que tuviste que enfrentar cuando cometiste errores o saliste bien librado al resolver de manera exitosa los problemas que tuviste que afrontar solo o tal vez, en compañía de familiares, amistades, o con compañeros del trabajo. Un precioso regalo bajo una serie de normas reguladas por las nuevas empresas imaginarias productoras de felicidad (industrias 5.0 en adelante), más allá de lo que podamos soñar y recrear en nuestra psique.



 

La cosa pareciera extensiva para que cuando te presentes en ese mundo virtual que, anteriormente fue planificado y estuviste de acuerdo con las condiciones que presentaron en el contrato de ese servicio post mortem, eso te dio la posibilidad de adquirir ciertos privilegios, o pasarlas las de Caín, porque no tuviste suficiente solvencia económica, para que en ese nuevo plano virtualizado de conciencia adquirieras, nuevas formas de ideas pensamiento, que te dieran a elegir por ejemplo, el lugar, las personas, el tipo de ambiente, las comidas, las ropas, el tipo de entretenimiento, algunas posibilidades de conocer nuevas almas desencarnadas que no lograron completar en su vida anterior, algún proyecto, alguna idea que estuvo en mente, pero no logró concretizarse, y ahora te ofrecen en ese plano virtual, que ni siquiera se acerca a lo que los libros esotéricos y místicos religiosos mencionan sobre los planos astrales, causales y superiores espirituales. 

No señor, aquí sólo se trata de una recreación creada por miles de millones de bits de memoria almacenados en un sistema de Inteligencia Artificial, cuya misión y propósito es brindarle a los (as) clientes, potenciales escenografías arquitectónicas de información y Big data de lo más placenteras posibles, y sobre todo, que estén de acuerdo al perfil de cada cliente, es decir, que sean acordes a sus intereses y gustos que disfrutaron cuando estuvieron con vida, pero por azahares del destino, no pudieron cumplirse. 

Esa es la ironía y la recreación de un mundo que no sabemos que pueda existir o imaginar. Es lo que plantea con respecto al tiempo o destiempo Byung-Chul Han (2009), en su libro reflexivo filosófico sobre la paradoja de quien no pueda morir debido a su tiempo perece a destiempo, lo cual quiere decir, que si con la muerte se transfigura un final definitivo de la vida en este plano físico, porque la vida carece de toda forma de unidad de sentido, se nos puede presentar esa situación del destiempo, que nos puede conducir de manera irremediable hacia una carrera interminable sin rumbo, por eso la necesidad de poder contar con una tecnología placebo que nos brinde ese paliativo artificial temporal de permanencia virtual, aunque sea una mera recreación artificial de nuestra memoria y nuestro inconsciente, ahí es el sitio y el lugar donde podemos permanecer, siempre y cuando aceptemos dichas condiciones y reglas de convivencia.

Es en ese estado, donde cabe la reflexión de hasta dónde podrá ser posible representar una distopía tecnológica imaginaria colectiva que pueda sustituir la esencia humana, la parte del espíritu convertida y distorsionada dentro de la máquina, tema que ya hemos abordado en una anterior publicación. Ese es el mundo que se espera para las futuras generaciones de este siglo, máquinas de aprendizaje que puedan recrear y reconfigurar la sociedad, la economía, la educación y la cultura entre otras acomodaciones y ajustes; porque ahora que pasemos a la etapa post pandemia, la humanidad tendrá que continuar enfrentándose consigo misma, para seguir escarbando en las propias sombras de la memoria histórica y social de quién fue como humanidad hasta este año 2020, y en lo que espera convertirse como persona-mundo, comunidad, pueblo, país y mundo, planeta y kosmos; si es parte de un camino de evolución doloroso, con una memoria que no termina ni concluye más allá de lo que puede ser la muerte y el destiempo y su relación con una propuesta distópica tecnológica, que de cumplirse en esos escenarios de futuro, de acuerdo a lo que plantea la ONU con la Agenda 2030, es un momento trascendental para la civilización humana, o se están jugando las últimas fichas del tablero. 

O de acuerdo a lo que aporta la prospectiva de diversos estudios, y más allá de ese periodo cronológico de análisis e interpretación de la realidad,  un mundo mítico lleno de significado y sentido en una línea ininterrumpida de acontecimientos que llevan a un nuevo orden (Han, 2009), el hecho de revertir lo que hemos hecho como civilización y habitantes de este bello planeta, que aun nos sigue cobijando, a pesar de los atropellos y daños que le hemos causado durante varios siglos, y por nuestro origen genético violento y destructor, nos reserva momentos de grandes pruebas y retos de gran incertidumbre en el horizonte, pero con la certeza de salir más fortalecidos en nuestro plano y espectro de conciencia, como lo plantea Wilber (1977, 2005) en su libro, El Espectro de la Conciencia, plantea que existen varios niveles de la conciencia: el nivel del ego (nuestro intelecto, nuestra mente); nivel existencial (nuestro organismo: somático y psíquico); nivel mental (conciencia mística), este último implica lo que él argumenta: "...comprende la sensación de ser fundamentalmente uno con el universo...", y esa es parte del compromiso y corresponsabilidad que tendremos que asumir si queremos trascender y evolucionar. Ahí esta la tarea pendiente por realizar.

Bibliografía

Csikszentmihalyi, M. (2008). El Yo evolutivo. Barcelona, Kairós
Chul Hang, Byung (2009). El aroma del tiempo. Un ensayo filosófico sobre el arte de demorarse. España, Herder
Dehaene, S. (2015). La conciencia en el cerebro. Argentina, siglo XXI, ISBN edición digital (ePub): 978-987-629-535-2
Fernández Hinojoza, E. (2017). La conciencia y el problema mente-cerebro, en Revista Naturaleza y Libertad, núm. 8, ISSN:2254-9668
Wilber, Ken (2005). El Espectro de la conciencia, 3a ed. Barcelona, Kairós
Wilber, Ken (2005). Sexo, Ecología, Espiritualidad. España, Gaia Ediciones

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