PASO DE LA BIOPOLÍTICA EDUCATIVA INSTITUCIONAL A LA COSMOTÉCNICA DISRUPTIVA DEL APRENDER (3A. PARTE)

 De lo expuesto en la publicación anterior, cabe mencionar lo que en su tiempo anticipaba Nietzsche respecto a la modernización de la escuela y su porvenir las consecuencias de perder la noción de cultura en los sistemas educativos: "...el bachillerato ha desentendido hasta ahora el objeto primordial inmediato, de que arranca la cultura auténtica, es decir, ha desatendido la lengua materna: le falta así el terreno natural y fecundo en el que pueden apoyarse en todos los esfuerzos culturales posteriores. en realidad solo cuando se utilice como base una disciplina y un uso de la lengua que sean rigurosos y artísticamente esmerados, se podrá fortalecer el sentimiento preciso de la grandeza de nuestros clásicos, cuyo reconocimiento por parte del bachillerato se ha basado ahora únicamente en dudosas inclinaciones estetizantes de profesores concretos...". En pocas palabras, la humanidad ha dejado de pensar en el espíritu de la vida para convertirse en una entidad racional despiadada que busca irremediablemente su propia destrucción debido a la falta de cordura e inteligencia, porque sólo la ha encauzado su existencia al enriquecimiento de su ego que tiene el derecho de apropiarse de la naturaleza como depredador potencialmente despiadado.



Con esto damos a entender que debido a la influencia de la introducción de contenidos de enseñanza previamente orientados para el dominio técnico instrumentalista, los aprendices perderían bajo esa nueva condición institucional, ese espíritu del pensamiento humanista caracterizado fundamentalmente por el pensamiento filosófico helenista greco-latino, para pasar a una riesgoza y problemática forma de enseñar y conducir al alumno y a las instituciones educativas, a formas para obtener nuevos controles disciplinarios que fomenten estrategias para perder la potencialidad de la memoria y la conciencia, y sólo se prefieran la aplicación de técnicas, métodos y procedimientos derivados de los enfoques psicológicos del aprendizaje y de la pedagogía contemporánea que le den sustento y sentido al curriculum oficial encargado de enfocarse en el desarrollo de las aptitudes, capacidades y actitudes: integradas por el reconocimiento y certificación de las competencias, sin tomar en cuenta la parte afectiva y emocional, solo tomada en cuenta de telón de fondo aparente. 

Ahora el significado y sentido en las escuelas y universidades en la posmodernidad tienen otro cometido y función en los espacios del aula: de ser una tradicional institución pedagógica normalizadora con formas propias de bio-poder (Dussel, 1999), para controlar los intercambios cognitivos sociales y culturales de las vivencias y experiencias de los docentes y de los alumnos (sin luz), y pasar a ser instituciones reproductoras del eficientismo y la mercantilización, es decir, donde lo que se puede destacar de sus características principales rectoras es su grado de incertidumbre y ambigüedad de las tareas que le compete realizar; las consecuencias de estar insertadas en un sistema de complejidad informacional acelerada de las redes sociales y sus mediaciones tecnológicas; el establecer el terrenos de debate y pugna académica para activar la lucha por mantener la autonomía profesional de sus docentes (en las universidades), pero no tanto en las escuelas de educación básica y media superior donde la cultura permanece amarrada bajo las condiciones normativas del Estado benefactor y por la manipulación burocrática de los gremios sindicales magisteriales; y por último, el condicionamiento de su rentabilidad de tendencia neoliberal sustentado por una visión netamente mercantilista (Pérez Gómez, 1999).

Bueno, con esto quisimos dar un pie de entrada a lo que ahora nos toca abordar respecto a la situación que prevalece en la actualidad contemporánea del siglo XXI, en un mundo complejo ya no polarizado, ahora más bien, multipolarizado; con mayores peligros para la civilización humana, con avances considerables en los campos de la ciencia y la tecnología, en la era del yo digitalizado (homo-digitalis), la sociedad de la información (desinformada), cada vez más vuelta hacia el individualismo narcisista; una sociedad convertida en un verdadero enjambre interconectado por el Internet y las redes sociales, cuyo fundamento principal se sustenta por la adquisición de eficiencia y auto rendimiento, pero también de la propia explotación de los individuos, según lo reflexiona el filósofo Byung Chul Han. 

La sociedad del siglo XXI, es lo que este autor centra en parte en sus escritos, lo que deduce, retoma de otros pensadores clásicos de la filosofía y de algunos otros pensadores existencialistas contemporáneos,  lo que construye y reflexiona en sus ensayos al comparar lo que sucede por ejemplo, en Occidente, específicamente en Berlín donde labora actualmente como académico y escritor, y respecto a lo que ha observado y descrito de su tierra natal, Corea del Sur. 

Dos países con culturas distintas, pero de alguna manera conectados, porque sus habitantes permanecen en ese estado inusual de alteración y espasmo retardado por el aroma del tiempo que les toca vivir en sus respectivos contextos. Dos países que tienen un alto índice internacional de sus sistemas educativos y por el alto grado de eficiencia alcanzado desde la Segunda Guerra Mundial en sus economías con un enorme desarrollo industrial científico y tecnológico, con niveles de vida por arriba del nivel de pobreza que presentan otros países  en sus niveles de PIB y desarrollo, como el nuestro y de América Latina, África o de Medio Oriente. 

Sin embargo, en el trasfondo observado de sus instituciones educativas presentan un alto grado de competitividad a tal grado, que es impensable que se llegue a no saber de suicidios publicados en los medios de comunicación y en las redes sociales, por no haber logrado cumplir con las expectativas y nivel de estrés al que son sometidos desde su educación básica hasta la universidad, sin contar el hecho de su incorporación al mercado de trabajo, donde se presentan otras condiciones similares.

Esto nos indica hasta donde han llegado las instituciones emanadas de un sistema regido por un Estado controlador panoptico que desarrolla proyectos de política educativa para que sean reproducidos tal como quedan establecidos en sus reglamentos normativos institucionales en el ejercicio de una microfísica del biopoder, ahora transformado en psico-poder o en su nueva versión de neuro-poder, dados los avances de las neurociencias con distintos modos aproximativos hacia el estudio profundo del comportamiento y del aprendizaje, aunque dichos estudios experimentales de laboratorio aun no del todo comprobables para darle algo de sustento pedagógico (neuroeducativo) o didáctico (neurodidáctico) tan siquiera, de enlace hacia lo que se supone podría integrarse en el ámbito educativo: un denominado discurso basado en los neuromitos de la enseñanza y del aprendizaje, de tal modo, que ahora las posibles formas de control no sólo consistirían en la aplicación de test psicométricos, para diagnosticar habilidades y actitudes o disfunciones de la conducta y del aprendizaje; ahora se podrían tomar en cuenta los registros de las neuroimagenes para detectar el tipo de cerebro y su funcionamiento de la actividad neuronal de los alumnos y estudiantes, para tener acceso a sus códigos de memoria y conciencia, la apertura y aplicación de sistemas de control mental basados en los registros e interpretaciones de la inteligencia artificial, una ventana a la sociedad distopica de control policíaco total basados desde la fase de deshumanización intercambiada hacia la otra siguiente de transhumanización. 

¿Y entonces, el futuro de la escuelas y universidades cuál será según esta perspectiva? ¿Acaso esto nos podrá conducir hacia nuevos entornos de existencia individual y colectiva, donde ni el cansancio ni tampoco la búsqueda del rendimiento y la autoeficiencia sean factores que puedan, en un momento dado, bloquear el avance y desarrollo de la sociedad del futuro?, porque simplemente lograremos niveles de felicidad y bienestar social y cultural donde sólo la ciencia y la tecnología predominantes serán las únicas que podrán dar respuestas únicas a todos los males de esta humanidad y del planeta. 

¿Estamos ya preparados para entrar en esa fase de nuestra evolución o tentación moral que quiere establecer a toda costa la paz civil y la tolerancia, donde los vicios y prejuicios de la sociedad se vean reflejados en la penumbra de la Caverna de Platón, como espejos virtuales en las pantallas de la computadoras y en los dispositivos electrónicos móviles de última generación, o también estamos acaso llegando al final de nuestros tiempos (Zizek, 2010) como especie (homo sapiens), según lo divulga el historiador Yuval Harari (2014): “La revolución científica no ha sido una revolución del conocimiento. Ha sido, sobre todo, una revolución de la ignorancia. El gran descubrimiento que puso en marcha la revolución científica fue el descubrimiento que los humanos no saben todas las respuestas a sus preguntas más importantes.” Es decir, el homo sapiens aun sigue sin entender ni comprender por qué está aquí vivo en este planeta y en esta realidad. Es parte de la factura histórica que le debemos poner atención, de lo contrario los días en la Tierra están contados. Hasta la próxima.  

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