La búsqueda del Ser: del campo neuronal al universo sintergico (2a. parte)

 Si la búsqueda del Ser se ha convertido en un punto de reflexión, auto introspección y autoconocimiento que tiene sus bases tanto en la filosofía de occidente como en la vía del conocimiento místico proveniente de Asía y Medio Oriente, también lo es para las culturas nativas de Norteamérica, las mesoamericanas y del sur del continente. La búsqueda se convierte en una necesidad constante de preguntarse qué es el Ser (dimensión ontológica), o los seres que habitan en este espacio-tiempo que cada uno construimos y percibimos tan solo en una pequeña proporción de ese gran Todo, o Unidad; el Uno que meditaba y razonaba Platón y posteriormente Plotino, y más adelante, lo intentó concebir San Juan de la Cruz y Santa Teresa, desde una perspectiva católica cristiana, y mas tarde lo racionalizo el espíritu de la razón cartesiana y se convirtió en leyes de la ciencia y sus correspondientes métodos y modelos de investigación, pero la duda persistía y hacía dudar de toda esa concepción de la realidad, sin dejar de pensar en lo divino, aquello de lo que es, o puede ser este kosmos, el mundo y el otro (o más bien los otros posibles).


Del otro lado, mientras existía esa otra visión y concepción, los antepasados del México prehispánico concebían en su espacio sagrado, un universo de múltiples dimensiones que podría abarcar esa posibilidad de búsqueda en actos rituales y de preparación a lo largo de este plano físico de existencia, lo convertían en instrumentos de poder, del camino del guerrero y del sacerdote, del curandero, donde hay preparación, sacrificio, control del cuerpo y del espíritu donde actualmente todavía existen comunidades ocultas de brujos y brujas, hechiceros (as) que tienen ese don del águila, el toque misterioso que les permite viajar en el gran fondo vacío del sin yo, oscuro y estrellado lleno de energía vibrante de armonía y complejidad emergente. 

Eso que en sus estudios e investigaciones el Dr. Grinberg fue experimentando y vivenciando de cerca con Pachita y los otros chamanes; la mujer con dotes cuasi divinas, o con Don Lució que le mostró esas otras realidades que son perennes en las tradiciones que son vestigios vivos de esa memoria cuántica que puede transcender, borrar y continuar transcendiendo para hablar con esos dioses milenarios provenientes de recónditos lugares donde existen fuerzas cósmicas que están más allá de las percepciones racionales académicas y "científicas", o de aquellas posibles explicaciones para el limitado espectro del pensamiento racional cerrado en laboratorios e instituciones, de personas formadas profesionalmente en los campos del conocimiento disciplinario que todo lo quieren medir y cuantificar, que todo quieren encontrarle formulación de hipótesis que pueda ser comprobable y verificable, que les permita dudar con certeza de lo que estudian.

Sin embargo, sigue ahí, latiendo el Corazón del Alma, en espera de ser despertado por los atrevidos y curiosos como lo demostró este investigador incansable, que quiso en ese camino de búsqueda, comprender la organización funcional de la corteza cerebral y su relación con el yo, que también intentó describir y argumentar cómo puede llegarse a dar esas interacciones intercerebrales que van a conformar ese yo, y de cómo ese yo puede abrir las puertas y ventanas hacia esa otra realidad perenne e inconmensurable, con la posible idea de concebir un campo unificado, o campo neuronal, como puente y andamiaje para continuar con ese viaje hacia el cerebro consciente en una fase extraña fuera de toda certeza aún, pero en ese momento, algo podría darle coherencia y significado de diversas manera y formas que la ciencia pudiera aproximar y construir en ese limitado campo de estudio. El reto seguía siendo la (s) pregunta (s) de lo que se puede encontrar más allá del ser y la conciencia, de ese Todo emergente que está ubicado en el Tao y en el vacío meditativo donde se puede transformar la matriz informativa energética, donde el proceso de algoritmización permite configurar esa hipercomplejidad de vastos océanos profundos que no paran de moverse, porque son altamente dinámicos y complejos. 

Ese es el universo armonioso y a la vez caótico que tenemos que abrir, explorar, aprender y discernir de manera interna, más allá del nivel de dimensiones fenomenológicas, ¿o son acaso sólo los patrones neuronales que indican como se puede tener acceso a esa interacción concreta y perfecta entre la materia, el espacio y el tiempo, a través de los campos de resonancia contenidos en la experiencia personal y también ritual y colectiva? Una posible respuesta limitada podría ser lo que el Dr. Grinberg describe del campo neuronal, la Matrix de la conciencia humana con la que fuimos dispuestos desde nuestro nacimiento, desde la propia estructura de ADN onto-filogenética. 

Es parte de lo que podría explicarse del Dr. Grinberg cuando tuvo acceso al conocimiento de los chamanes cuando convivió y registró sus experiencias y vivencias, cuando "se le movió el metate" como dice la sabiduría popular mexicana, y en términos coloquiales, se atribuye esto, a ir más allá de lo que experimentó con el acceso a plantas sagradas, en un principio, como ejercicio de introspección, de búsqueda, de curación mental, de reorganización y profunda comprensión de lo que son las características del espacio, es decir, la esencia de dicha experiencia donde el tiempo y la materia se acompañan en esa danza sagrada de principio y orden manifiesto de unos instantes de vida y pensamiento, porque descubrió que ese Todo también es inestable y turbulento, y requiere de la atención quieta y del movimiento, tras las huellas del camino que cada uno deja en la memoria y en el olvido, como un algoritmo que puede aparecer en el campo de visión como punto de anclaje, pero este no es fijo, porque siempre está en diferentes formas de decodificación, organización y complejidad. 

La forma como el cerebro llega a "intersectar", anota el científico buscador, es tan solo una idea apriorística sobre lo que puede ser el espacio, donde es también un entramado de energía donde se pueden materializar objetos de ese no-lugar, y convertirlos para lo que puede registrar la retina ocular: un medio variable de organización; un continuo de espacio-tiempo; una forma de fluir extremo de organización del espacio, para convertirse en esa flor interna, el "Samyama" como técnica de meditación del yo, que el curandero-brujo puede descifrar internamente para transformarlo en un vehículo de información que detecta y sondea la marea de ese enorme océano que no es un espacio vacío, es la "Lattice" que está activo por su resonancia de alta sintergia; lo que puede realizar el chaman-curandero, es elevar en ese punto focal de atención hipercompleja, su tonal y su nagual al mismo tiempo para encontrarse con la paradoja del observador que es también observado, y es en ese espacio donde la activación dimensional alcanza niveles de contemplación autoalusiva, un tema que dejaremos para la última parte de esta publicación. 

De mientras, abrasemos los cambios perceptuales del presente para iniciar el viaje de Búsqueda del Ser desde nuestro campo neuronal psíquico individual-colectivo, para navegar en la idea del Yo como conciencia de unidad, eso es parte del mensaje que nos deja oculto y descifrado este pionero explorador del universo sintergico.

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