De las redes sociales al mundo vigilante de los metaversos (1a. parte)

 Traemos una nueva publicación de la cual esperamos poder generar análisis y confrontación de ideas como posible línea de investigación que nos permita comprender lo que actualmente la sociedad contemporánea del siglo XXI, en su segundo año de pandemia Covid19, con sus distintas variantes continúa con esa curva de desestabilización, contagio y tasas de fallecimientos en el mundo. Mientras en otro paralelo de existencia, vive la humanidad y la civilización en su conjunto, en un clima de incertidumbre, pobreza, guerra y hambre y de parte de países con un superávit de desarrollo y crecimiento per cápita, llena de acelerados cambios científicos y tecnológicos, representados por los avances y las innovaciones en el campo de la informática y de las redes sociales como instrumento integrado a la estructura de la sociedad de la vigilancia basada en el data-mining (minería de datos), como blancos de la actividad comercial on-line (Figueroa Sarriera, 2017); la era digital en la nueva fase de desarrollo, ahora con tendencia a fortalecer la creación de superestructuras disruptivas-inmersivas de poder, vigilancia (líquida) y control (Bauman y Lyon, 2013) en la esfera del consumo, y por otro lado, en la cabecera de la simiente del capitalismo digital, que en su afán por tener presente el objetivo previamente planeado y anticipado por grupos hegemónicos detrás de los gobiernos y de las estructuras políticas, éstos se asumen como los nuevos dueños del mundo, los verdaderos controladores y manipuladores de la opinión pública, los info-creadores del mercado electrónico y de la economía política virtual.

 


Esto podría coincidir con la reflexión de Bernard Stiegler (2017), sobre su análisis de la fase evolutiva en la era del antropoceno cuando da inicio  la industrialización hacia su siguiente fase en el siglo XXI, del neguentropoceno como forma noética donde el ser humano es de alguna manera ya modificado como parte de una exosomatización del cuerpo para transferirlo a algo que ya no es orgánico, es parte de un conjunto de organismos psicosomáticos que comparten pensamientos, emociones y vivencias cotidianas personales y colectivas en un entorno que requiere, por lo tanto, de un estado de hipercrítica como límite del pensamiento de lo que podría conjurarse como parte de una nueva estructura dentro del sistema de poder y control, ahora de parte de las grandes corporaciones del mercado internacional, sobre todo, las que ya disponen de infraestructura para el comercio electrónico a través de entornos virtuales. Es ya un punto de partida para comprender el origen de los llamados metaversos.


La propuesta del dueño y presidente de una de las organizaciones más poderosas del mundo: Mark Zuckerberg y su proyecto neoimperial Facebook junto con sus demás componentes (Instagram, Whatsapp, Messenger, YouTube), que conforman actualmente lo que es ya, el capitalismo digitalizado y automatizado que se configura pionero en la cuarta revolución de los conocimientos (industria 4.0), presenta en este año que concluye, el anuncio de dar un salto cuántico y dar inicio a la siguiente fase de su emporio el cual Zuckerberg denomina y funda como "META", denominación que proviene de la conceptualización teórica informática de los llamados "metaversos", arquitecturas basadas en lenguaje algorítmico con gran capacidad de memoria y sincronización de redes neuronales cuyos componentes directos se entrelazan y se bifurcan en miles de billones de bits para configurar entre otras cosas, el espacio virtual donde se pueden intercomunicar e interconectar plataformas, mundos metaversos, realidad aumentada, videojuegos, etc., pero detrás de esta compleja superestructura hiperindividualizada, como lo denomina Ken Wilber en su libro: "Sexo, Ecología. Espiritualidad", su antecedente proviene desde el siglo XVIII, en la era de la razón ilustrada: "...La Era del Hombre: el sujeto desimplificado (hiperindividual) mirando a los demás humanos como "objetos de información" y no "sujetos en comunicación" o comunión". 

Es decir, la visión del homo-digitalis se ve proyectado en un mundo paradójico de inteligencia artificial irreal, controlado por un sofisticado sistema de redes hiperconectadas que le permitan a los potenciales usuarios (clientes), el acceso a entornos donde se puedan recrear espacios de acuerdo a su perfil mental y emocional, sus preferencias de consumo donde la imaginación y la fantasía puedan ser utilizados como herramientas de aprendizaje en ese mundo de las no cosas, como lo argumenta y analiza el filósofo berlinés-sudcoreano Byung Chul Han (2021), donde los objetos se transforman en eso, en no cosas, cuya fuente y origen reside en la información y en la estructura cognitiva emocional de los individuos, como parte de los recientes vicios de la sociedad digitalizada que se conecta en ese enorme ruido de información que se diluye  afirmaría Zygmunt Bauman (2005), es también, parte del desmantelamiento del espacio cognitivo y del espacio estético que, en la sociedad del riesgo como él la denomina, último baluarte de la tecnología que puede hacernos mejorar o caer en el abismo de nuestra propia moralidad que atenta de manera constante contra los derechos humanos, la justicia social, el equilibrio entre la cooperación pacífica y la autoafirmación de los individuos, si es que todavía existe la oportunidad de salvaguardar estos principios éticos de supervivencia. 

Lo que tenemos ya en el presente, es una realidad inestable sostenida por finos hilos que aparentan y simulan estar en un estado de armonía y equilibrio consigo mismo y con los demás, gracias a las acciones ejercidas por los propios individuos que deambulan en las redes sociales y los convierte en presa fácil de ser cooptados por la mercadotecnia dirigida hacia el autoconsumo como criptomoneda de cambio cargada de nuevos significados morales que sólo respondan a los intereses de estas potencias económicas de la era digital, que están constantemente vigilando y acechando desde el umbral como guardianes y potestades al servicio de los intereses de las oligarquías internacionales. De esto continuaremos en la segunda parte sobre este tema en particular.   

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