Destinos y distopías humanas del futuro tecnológico (3a parte)

 Como todo lo que plantea en su narrativa, el escritor Cixin Liu, sobre el problema de los tres cerebros, nos queda aún la disyuntiva de reflexionar, si los alcances de desarrollo logrados hasta el 2023, es el camino correcto civilizatorio que hemos venido analizando sobre como se plantea, por qué no han podido ser resueltos los mecanismos celestes que nos ubica en el universo físico conocido de manera limitada sobre este paradigma, a pesar de haber ya, alcanzado cierta madurez industrial científica tecnológica, la fase del antropoceno sigue su propio cauce hacia el proceso de la automatización digital vigilante (negantropoceno), la construcción de nuevas utopías de la humanidad en la que hemos comprometido y alterado la propia supervivencia ecosistémica de la Tierra, por apostar en esta fase donde la transferencia de los conocimientos a formas de pensamiento disruptivos  promueven las bases de la selección artificial en el ámbito de lo virtual como esfera neuronal con clara tendencia a promover formas de control tecnológico artificial transhumanista, como un breve destello de memoria que nos lleva al recuerdo de la serie televisiva de Star Trek, la civilización de los poderes Borg en contra de la humanidad.

Es cuando se requiere que se conformen redes sociales culturales en contra del control distópico disruptivo en manos de economías basada en la algoritmización política del capital computacional en sus diferentes modalidades de procesamiento informático digital, en contra de todo lo que impida que perdamos nuestra capacidad creativa imaginativa de los estados fenomenológicos de ensoñación, tal como lo planteaba Gastón Bachelard (1960), cuando descifraba en su propia y personal reflexión filosófica: "...Las ensoñaciones cósmicas nos apartan de las ensoñaciones de proyectos. Nos sitúan en un mundo y no en una sociedad. Una especie de estabilidad, de tranquilidad, es atributo de la ensoñación cósmica. Nos ayuda a escapar al tiempo..., es un estado del alma...", si esta misma reflexión filosófica se la planteamos, por ejemplo, como mero ejercicio sobre lo que pudiera calcular desde una construcción algorítmica y datos del texto que llega a comprender esta tecnología, a una aplicación de inteligencia artificial para crear imágenes (Lexica), esto lo reproduce en la siguiente imagen seleccionada como la más posiblemente cercana a dicha reflexión del autor.

Y entonces, podremos percatarnos hasta donde podría todavía ser incongruente pensar que la inteligencia artificial lo puede traducir y adecuar con lo que podríamos realmente imaginarnos cuando nos detenemos a analizar a detalle, no solo, la parte semántica del texto y su significado fenomenológico de ensoñar y lo que esto nos puede recrear cerebralmente, la tecnología se remite a reconstruir y reordenar los algoritmos. 

Es cuando nos lleva también, a confrontar sobre lo que plantea por su parte el ciberfilósofo Pierre Levy, cuando expone sus argumentos personales sobre la estructura de los tres cerebros: el cerebro animal con el cual, se desarrolla entre estas especies, un tipo de comunicación estigmérgica, es decir, su cerebro está conectado a las funciones sensoriales motrices, de modo que esto les permite de cierta manera, desarrollar un instinto de cálculo adaptado para mover sus cuerpos integrados a un sistema de percepción basado en impulsos nerviosos que los conecta a un espacio temporal virtual que les permite identificar en dicha estructura perceptiva, su propia especie, su hábitat, sus formas particulares de procreación, protección y defensa, obtención de alimentos, etc., su comunicación está asociada a una memoria externa que los ubica en su ámbito natural de forma breve en un esquema codificado de interacción con los de su misma especie y contacto con otras especies (semiótica animal). 

En tanto que el cerebro humano, argumenta Levy, el repertorio de señales que se producen en la red neuronal del cerebro, ubicado en la zona de Broca y de Wernicke, las circunvoluciones supramarginal y angular, ínsula anterior, el polo y las circunvoluciones segunda y tercera de los lóbulos temporales, interconectados de manera compleja a través de una especializada red neuronal, le permite a las personas construir un sistema de símbolos con el cual organizan una estructura cognitiva lingüística para activar dichas zonas que le permiten en paralelo, configurar una gramática organizada integrada a una memoria semántica episódica, siempre y cuando la persona no presente a nivel neurofisiológico, posibles daños o hipertrofias heredados por el gen familiar, o por las circunstancias del contexto social y cultural de donde provenga y desarrolle sus capacidades mentales, en un rango de evolución dentro del nivel aceptable de normalidad (aceptación, inclusión o rechazo), le da capacidad para configurar un alto nivel de inteligencia colectiva. Indica que dicha comunicación estigmérgica se produce en un contexto ampliamente social y cultural, y esto se potencializa de manera significativa con el otro cerebro, el electrónico.

El cerebro electrónico, es de acuerdo a este análisis de Levy, parte de la evolución cultural, en donde la construcción de símbolos, ahora son fuente del algún programa informático en particular, del cual necesita de un soporte tecnológico para configurar de manera algorítmica, la manipulación simbólica traducida a datos y cálculos matemáticos, que en parte, provienen desde la antigüedad (Mesopotamia, Egipto, China, India, Grecia, etc.), y no es hasta llegar el siglo XX, cuando hace su aparición el denominado "cerebro electrónico", con las aportaciones de Turing, Claude Shannon, que impulsaron en sus investigaciones y estudios, la construcción de códigos informáticos. 

Y posteriormente, la construcción de las primeras computadoras monumentales, el surgimiento de la red de redes, el internet, pero ahora estamos ocupados en la expectativa de los avances acelerados de la inteligencia artificial, y de lo que ahí se propuso en su actividad académica profesional Bernard Stiegler, advertirnos, sobre los riesgos de una estructura disruptiva algorítmica económica política basada en la configuración de datos y sistemas-agentes que monitorean de manera permanente a los ciudadanos y a las organizaciones (instituciones), del Estado, las privadas, y a las comunidades, mediante un estatus de vigilancia electrónica permanente, cuyo objetivo, es principalmente, usar los datos personales para socavarlos y enviarlos a una enorme base mercadológica globalizada e interconectada, cuyas intensiones y fines son elementos de filtro y categorización de bienes y servicios estrictamente comerciales publicitarios, considerados como estrategias de control de las grandes firmas y corporaciones, y también de los sistemas de seguridad nacional (policíacos, militares), tratados y considerados en ese nuevo estatus particular, como "asuntos (personas) de interés", es como ahora cobra relevancia la distopía humana del momento, y lo que aún falta por emerger desde esas nuevas formas de barbarismo, ya mencionadas en su momento de la era industrial por dos de los filósofos más prominentes de la Escuela de Frankfurt, Adorno y Horkheimer, y lo que le tocó desarrollar en esta era de la disrupción, como lo acota el propio B. Stiegler:

"Disrupción esencialmente consiste en superar y adelantar a las organizaciones sociales, y a través de eso corto-circuita la individuación y la transindividuación...está basado en la destrucción de la estructura psicosocial que permite construir  una economía que está simultáneamente e indisolublemente en lo psíquico y social, lo cual significa que el cambio social también cambia lo psíquico..."

Esto significa, que lo que se podría esperar respecto al acelerado crecimiento actual de las diferentes versiones actualizadas de la denominada inteligencia artificial, nos conduce irremediablemente a una concepción que de antemano, ya está programada por una base interconectada neuronal de algoritmos, propiciadora de escenarios intangibles disruptivos promotores de la fabricación de objetos y sujetos social y culturalmente automatizados. El cybermundo, donde todavía la fantasía distópica humana se activa los dispositivos adecuados que tienen los androides del futuro, la esperanza de soñar con ovejas electrónicas diría irónicamente Phillip K. Dick en su obra homónima de ciencia ficción. 

Qué es lo que todavía no se percibe del futuro inmediato de la tecnología del siglo XXI, queda la expectativa abierta y profunda para ensoñar desde nuestra propia ánima individual y colectiva, y de las diferentes y distintas visualizaciones y lecturas de la realidad que cada quien construya y comparta con los suyos y con los demás, son la parte sustantiva de recreación interna en constante camino de búsqueda en pro de la salvaguardia de nuestro hogar en la Tierra que nos vio nacer y crecer, y la apertura emergente que indique el sendero más equilibrado y espiritual de esa evolución holotrópica que siempre nos recuerde nuestro origen y destino en la historia, nuestra trascendencia eterna y perenne en constante dinamismo y vibración con eso que todavía desconocemos a fondo, el universo.






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