Filosofías de la Libertad Espiritual: Retos y Desafíos en la Era Digital (2a. parte)

La libertad que tiene la humanidad para concebir, y crear, desde el mundo del yo imaginario, de los atributos propios que pueden caracterizar la denominada personalidad, estudiada e investigada desde diversos campos del conocimiento: de la psicología, la psiquiatría, la antropología cognitiva, sociología, teorías sistémicas administrativas de la organización, etc., nos dan un cierto perfil que describe desde esos campos de construcción teóricos, una representación hasta cierto punto esquematizada y cartografiada, que puede también, conceptualizar el misterio que aún permanece en esto que concebimos desde la academia y la investigación como humanidad, o civilización integrada a una muralla indescriptible e insondeable de su origen evolutivo, siguen los investigadores expertos constantemente en esa pesquisa, intentando reconstruir el gran rompecabezas de cómo apareció dicha humanidad, independiente de los reportes e informes minuciosos detallados de antropólogos físicos, paleontólogos y ciencias afines, la huella de dicha memoria permanece latente hasta el día de hoy.

 

Y esto muy, a pesar de las importantes y significativas contribuciones también, realizadas por la fundación teosófica de Madam Blavatsky y su equipo de estudios, aún quedan muchos cabos sueltos, los cuales hasta el día de hoy, se siguen descubriendo y explorando. Es una breve introducción reflexiva, de lo que se va a abordar en esta segunda parte de la publicación señalada. Las llamadas ciencias espirituales derivadas del pensamiento tradicional perenne, que han contribuido de manera importante y trascendente, en esa parte no descifrada por la ciencia ortodoxa académica. La filosofía de la libertad que expuso Rudolf Steiner (1894), una pretendida respuesta, a lo que él le tocó experimentar, durante las dos primeras guerras mundiales, que, junto a otros preocupados pensadores de su talla, se dieron a la búsqueda esencial de permanente e incansable búsqueda y exploración del verdadero origen de la humanidad como tal, los grandes misterios no revelados para la mayoría, atrajo la atención de grupos y asociaciones culturales (sectas y logias francmasónicas, rosacruces), cuyo origen provienen de la intención, de impulsar otra visión distinta a las ideas evolucionistas mecanicistas darwinistas, que aún siguen prevaleciendo en este siglo en las universidades y centros de investigación.

Se ha de aclarar que, muchas de estas personalidades representantes del hermetismo filosófico como Marcilio Ficino, Giordano Bruno, Paracelso, John Dee, H. C. Cornelius Agrippa, Robert Fludd, Thomas Vaughan, J. Bohme, W. Blake, W. Emerson,  Blavatsky, Steiner, etc., parte de su formación fue académica e individual, por distintos motivos y circunstancias de su experiencia de vida, lograron acercarse a ese conocimiento al que, por ejemplo, Aldous Huxley (1945) denominó como "Filosofía Perenne", término retomado en su revisión reflexiva, del filósofo Leibniz (Philosophia Perennis), aunque cabe resaltar que fue René Guenon, junto con Fritjof Shuon, o podemos referirnos a las preciosas aportaciones de Federico González al estudio del simbolismo hermético, fueron en parte, los que contribuyeron de manera importante en el movimiento de las llamadas escuelas de sabiduría del pensamiento tradicional perenne. 

Para reconocer en sus postulados teóricos, la existencia de una realidad en el mundo de las cosas, vidas y mentes, una filosofía espiritual y una psicología que expone el encuentro del alma como base del conocimiento inmanente y trascendente, porque nos habla de lo inmemorial y universal que permanece en todas las culturas y tradiciones de los llamados pueblos primitivos, o para la visión psiquiátrica fundamental arquetípica de Jung (1875-1961) reconoicido por su rica obra literaria que contribuyo, en gran parte, a la comprensión de ese misterio y origen del inconsciente, la imaginación activa, el anima y el animus; el cual desveló en sus estudios, y desde su particular método de investigación y análisis con diversos pacientes, como es que existe en la estructura del inconsciente, de los llamados arquetipos, ciertas funciones psicológicas inconscientes (introvertidas, extrovertidas), individuales y colectivas que se proyectan y se manifiestan en distintas representaciones simbólicas imaginarias (oníricas, psíquicas), sobre lo que cada persona, grupo de personas, organizaciones, entre otras, los sustratos de patrones arcaicos universales. 

La exploración y el análisis de esta concepción, viene a revelarnos, los niveles y grados de inconsciencia que permanecen en nosotros y en el plano colectivo, a lo largo de diversos periodos de vida y existencia. La idea fundamental es entonces, buscar el equilibrio entre las fuerzas de la naturaleza que afectan al hombre, su relación con Dios y con el cosmos, la triada hermética.

Para Steiner (1894), ello significa el acto de plantear preguntas de trascendencia para la búsqueda de lo espiritual: ¿Es el hombre en el pensar y en el obrar un ser espiritualmente libre, o bien se encuentra bajo la sujeción necesaria de una mera e imperiosa ley natural? ¿En qué forma la libertad humana es compatible con la acción de la naturaleza a la que, a pesar de todo, pertenece el hombre? ¿Cuál es el origen del pensamiento? ¿Cómo puede saber el espíritu lo que ocurre en la materia, si la naturaleza de ésta le es completamente desconocida? ¿En qué relación se encuentra el pensamiento con la percepción? La idea central de estas preguntas descansa en realizar una exploración introspectiva sobre la epistemología y la ética que fundamenta el camino hacia la libertad espiritual del hombre. Lograr zafarse del estado de los patrones de esclavitud y servidumbre mental impuesta por los gobiernos y por las instituciones establecidas, entre otros condicionantes familiares, sociales, culturales, religiosos, educativos, inclusive. 

Eso requiere de un intenso entrenamiento (psíquico y espiritual), como el que desarrolla y propone, por ejemplo, desde su propia visión esotérica cristiana, Boris Mouravieff, escritor y filósofo ruso en su Trilogía sobre la Gnosis, ideas trascendentes y perennes retomadas del pensamiento místico del Cuarto Camino de Gurdieff y Ouspensky. En el primer libro de la Gnosis (ciclo exotérico)  Mouravieff (1961), menciona y aborda, en la primera parte (El Hombre), sobre el Yo (con sus múltiples representaciones) y su relación intrínseca con la Personalidad (Yo psíquico). Menciona sobre el camino de perfección a ser alcanzado a través de lo que este autor establece en cuatro niveles de la Conciencia: absoluta (conciencia del sí del Yo real); del Yo real (conciencia de la individualidad), de vigilia (conciencia diurna de la Personalidad), la subconciencia (conciencia crepuscular del cuerpo). Hace énfasis en reflexionar y recomendar que para que cada persona pueda alcanzar el nivel de conciencia absoluta, tiene que ver con "... el poder de medir las consecuencias de los actos cometidos, la continuidad, la facultad de actuar y el comportamiento propios de un ser lógico consigo mismo."

Nos dice el autor, que estamos expuestos y expensos a ser corruptos por creer que somos de cierta importancia como parte demostrada de una deficiencia de nuestro propio juicio. Es por ello necesario que logremos, gradualmente, la transmutación alquímica de nuestra existencia fáctica (Mouravieff, 1961). 

El hecho de establecer un puente de relación entre el ser, en su forma pasiva (saber-ser-comprender) a su forma activa (ser-comprender-hacer), implica, en esa fase de entrenamiento, lograr en dicha fase de introspección hacer visible el verdadero rostro, es decir, lo que Steiner, hace mención en la importancia de percibir, gradualmente, el Yo como sujeto que percibe y es parte del proceso cósmico universal. Significa que el hombre desde esta visión de libertad espiritual: "... El hombre tiene el poder de perfeccionarse y de transformarse completamente con el tiempo. Pero esta metamorfosis debe consumarse en su vida más íntima, la de los pensamientos..."(R. Steiner, La Iniciación o cómo adquirir el conocimiento de los mundos superiores, 1904).

Alcanzar a percibir lo que se denomina como Conciencia Universal, en todas sus dimensiones de creación y de eternidades posibles: multidimensionales, interdimensionales y transdimensionales, desde la propia visión de la antroposofía de Steiner (1904), estriba en como lo reflexiona el autor, como parte fundamental que permiten conducir a la psiquis espiritual del hombre al conocimiento suprasensible, es decir, al proceso de su Iniciación:

"... Mientras no se hayan sentido los efectos de la quietud interior, es necesario preservar en la observancia formal y estricta de la regla enunciada, Para cada persona que así proceda, llegará un día en que se hará la luz espiritual en torno suyo y con un ojo antes desconocido verá desplegarse un mundo completamente nuevo."

En ese sentido, estaríamos en fase de atender y reflexionar en profundidad, lo que plantea Ken Wilber (1990) en su texto, El espectro de la conciencia, afirma este autor que la conciencia no se puede concebir como espectro, porque tal como cada rama de la psicología la abordan conceptualmente: el psicoanálisis, la Gestalt, el conductismo, la terapia racional, la psicología social y el análisis transaccional, son enfoques de dicha "psicología espectral", que han concentrado sus estudios para describir e interpretar desde esos enfoques, lo que es la sombra, el ego, el nivel biosocial y el existencial. 

Cada uno de estos niveles tienen un abordaje con características específicas, mismas que derivan a diversas psicoterapias de corte occidental, mismas que, a su vez, representan cada una, lo que podría referirse a la imagen del Yo en sus múltiples vértices y aristas (según la geometría sagrada), y cuyo propósito es la de "reparar", las posibles deficiencias de ese yo, mientras las versiones de los enfoques orientales se proponen trascender el yo. Ahí marca su pertinencia y relevancia particular el enorme mosaico que representa de manera simbólica el ciclo de involución y evolución de ese Yo absoluto, visto desde su concepción gnóstica exotérica, según lo describe Mouravieff (1961), como ya vimos anteriormente, la parte fundamental, es la de trascender ese estado psiquico, para alcanzar en todo caso, la liberación (moksha), la virtud de lo absoluto (te), y finalmente, la iluminación (satori).  

La pregunta esencial, es si el hombre contemporáneo de la era digital, tiene esa posibilidad de lograr esa visión de libertad espiritual, dadas la condiciones que se presentan en una sociedad civilizatoria con fuerte tendencia a ser considerada líquida, orientada a convertirse de manera acelerada en una sociedad automatizada transhumanista, donde nada está dado por ningún decreto ni por ninguna ley imperativa de cada país o nación, solo por la manipulación y programación de una inteligencia artificial que tiene el control y manejo de los algoritmos y de los datos; donde existe un permanente estado de crisis recurrente, de caos, desorden y vigilancia extrema y desestabilización psíquica de la sociedad; de la oscuridad permanente del inconsciente colectivo desbordado por su propia supervivencia, y en un planeta que ya comienza a reaccionar y pedir factura de los actos cometidos. Aspectos que serán abordados en la tercera y última parte. 

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