Mentefactura y Sociedad del Conocimiento: Desafíos y Controversias (3a parte)

De acuerdo al séptimo informe que publica la CEPAL (2024), sobre el progreso y los desafíos regionales de la denominada Agenda 2030 para el desarrollo sostenible en América Latina y el Caribe, describe en dicho reporte, el desafío que presentan los países de esta región para lograr que se aceleren las metas de transición hacia la mentada sostenibilidad, sus objetivos de desarrollo (ODS), son parte de las trayectorias observadas necesarias para alcanzar y ajustar las estrategias y acciones incorporadas en un plan de ruta.

Ello implica, tener la visión contemplada, aunque todavía no confirmada ni tampoco asegurada sobre el avance real, dado en un panorama internacional y regional, y la apuesta de lograr un modelo de desarrollo productivo, inclusivo y sostenible, en un panorama de desafíos y controversias respecto a lo que propone el enfoque de la mentefactura y su relación con la denominada sociedad del conocimiento, el cual ya fue planteado de inicio, anteriormente sobre el presente tema abordado, una reflexión central sobre las expectativas que se espera que tengan un impacto considerable en cuanto a qué y cómo, se percibe en la sociedad, los procesos de producción esencialmente, a fin de crear alternativas y soluciones para resolver los problemas de rezago en la industria y en los servicios, en materia de educación, de combatir la pobreza (Objetivo 1); lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición mediante la promoción de una agricultura sostenible (Objetivo 2); la adopción de medidas urgentes para el combate del cambio climático y sus efectos (Objetivo 13); fortalecer y promover sociedades pacíficas e inclusivas con sistemas de acceso a la justicia con niveles institucionales eficaces inclusivos que rindan cuentas (Objetivo 16); y, sobre el fortalecimiento de los medios de implementación y con ello revitalizar en la medida de lo posible, la Alianza Mundial para el Desarrollo Sostenible, y teniendo como apoyo fundamental los puntos siguientes, de los que puntualiza la CEPAL(2024), están, creemos aún pendientes de llevarse a cabo con buenas perspectivas en el mediano y largo plazo.

El cambio en el paradigma de producción, de modo que la mentefactura requiere que sean las propias empresas, las que cambien su enfoque de producción tradicional a un enfoque más centrado en el conocimiento y la innovación, entendiendo que el conocimiento en la era digital del s. XXI, se refiere al uso que las personas vinculadas a determinadas organizaciones, logran adquirir comprensión, información y habilidades para interpretar la realidad y aplicar la información de manera significativa, sobre los hechos, conceptos y teorías que abunda actualmente, pero también la capacidad para saber discriminar, lo falso de lo verdadero, que la propia dinámica social y cultural contemporánea ha propiciado, trae consigo la sobre-información y la info-toxicación, muy recurrente en los medios electrónicos de comunicación y en las redes sociales; se refiere también, a las habilidades y procesos que las personas aprenden de manera individual y colaborativa para saber, por ejemplo, operar máquinas y tecnología, etc.; y, finalmente, el conocimiento, no solo se trata de la mera acumulación de datos, implica evaluar la calidad y relevancia de la información, integrar datos para formar una comprensión coherente, utilizar dicho conocimiento de manera innovadora, es decir, la parte creativa.

Otro desafío que presenta la región, es con respecto a la inversión necesaria en tecnología y capital humano, estriba en desarrollar soluciones creativas y eficaces, un reto importante para aquellas industrias con recursos limitados. Porque, en la medida que las sociedades del conocimiento evolucionan, existe, también, una brecha cada vez mayor entre los países desarrollados y en desarrollo en términos de acceso a la tecnología y el conocimiento, dicha disparidad puede dificultar la adopción de la mentefactura en estos países.

En ese sentido, la mentefactura requiere una educación centrada en el desarrollo de habilidades del pensamiento crítico y creativo, pero observamos que en el caso concreto de la región latinoamericana y del Caribe, según lo reporta la CEPAL (2024), se tendrán que acelerar las transiciones educativas y digitales, en las cuales, lo deseable es que se logre supuestamente, la infraestructura y la conectividad digitales disponibles y asequibles para toda la población, y con esto lograr impulsar una economía con alto contenido tecnológico, que incida en el cambio estructural que impacte en la productividad, el empleo, el comercio, la alfabetización digital, el acceso a la salud, la educación y la justicia y la creación posible de un entorno que favorezca la innovación y el emprendimiento.

En materia de educación, lo deseable sería, que las propias sociedades de la región, logren el cambio de paradigmas, mentalidades y comportamientos en lo referente a cómo se entienden los procesos de desarrollo (individual y colectivo), cuyo propósito central, será que las personas tengan la posibilidad de adquirir capacidades, habilidades y destrezas como instrumentos del aprendizaje a lo largo de la vida en un mundo laboral en constante evolución complejo y emergente.

En cuanto a los desafíos éticos, la mentefactura plantea la necesidad de diseñar y establecer políticas y reglas que permitan garantizar la propiedad intelectual, privacidad y seguridad de las personas y de las instituciones tanto públicas como privadas, lo cual implica que su integración va a requerir de una reestructuración de las organizaciones, con el objetivo fundamental de permitir la flexibilidad y la adaptabilidad necesarias  para el desarrollo de soluciones creativas, sobre todo, pensando en empresas cuya estructura organizacional son grandes y complejas.

En resumen, el potencial real y la capacidad de América Latina y el Caribe para lograr niveles óptimos de desarrollo social en el mediano y largo plazo, basados en procesos de mentefactura, integrada a la sociedad del conocimiento del s. XXI, va a depender mucho de los sistemas de educación, la tecnología, la innovación, la inversión en recursos humanos, la democracia y la igualdad. Si bien la región ha experimentado cambios estructurales en su economía, educación y sociedad desde la década de 1950 (s. XX), ha dado lugar a desafíos y oportunidades. Sin embargo, también enfrenta obstáculos en el ámbito educativo, científico y tecnológico, en el equilibrio del ejercicio democrático y la igualdad, lo que requiere de esfuerzos continuos para superar las brechas de acceso al conocimiento, al aprendizaje y a la formación profesional y capacitación laboral, cuya meta latente sigue enfocada al logro de un desarrollo social más justo y equitativo. 

 

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