La Guerra Cognitiva y Conflictos Ideológicos en la Era de la IA (1a parte)
En el turbulento y acelerado siglo XXI, la inteligencia artificial (IA) ha emergido como un campo de oportunidades y desafíos que trascienden lo tecnológico para adentrarse en las dimensiones más profundas de la sociedad global. En este artículo, exploraremos cómo la llamada guerra cognitiva y los conflictos ideológicos se redefinen en un mundo impulsado por el pensamiento automatizado, las narrativas hegemónicas y los avances disruptivos.
El análisis de esta nueva reflexión se divide en tres apartados que consideramos son sustantivos para comprender la necesidad de buscar y provocar reflexión y diálogo crítico, aportaciones de los expertos como de lectores curiosos. Acompañamos este recorrido con aportes conceptuales, ejemplos contemporáneos y la invitación abierta a un debate tecno pedagógico que logre conectar estas ideas con el contexto educativo y social.
En este primer apartado, se aborda sobre la visión retórica militar del conflicto geopolítico a través de la implementación de estrategias tácticas derivadas a desarrollar hacia enemigos potenciales, guerras cognitivas en cuanto a su entorno inmediato. Definiendo la guerra cognitiva, como un conflicto estratégico que apunta directamente a la percepción, el pensamiento y la toma de decisiones de las personas, ha ganado tracción en los últimos años. Este concepto, que trasciende incluso, las armas físicas se desarrolla en los siguientes entornos a considerar.
En las redes sociales y plataformas digitales, lugares donde los algoritmos y bots moldean narrativas, polarizan ideologías y manipulan emociones a escala global, ahora lo tenemos con los discursos oficiales mediáticos de Trump desde la Casa Blanca o en el Capitolio de Washington, mediante campañas de propaganda y demagogia expresa para provocar reacciones en la audiencia, tanto como las que apoyan, como de los opositores, mediante discursos de desinformación, mentira, chantaje y soborno entre otras tácticas de manipulación y control social.
Los otros espacios para ejercer la guerra cognitiva, lo tenemos en las instituciones educativas (escuelas y universidades), a través del control de contenidos curriculares y la orientación ideológica en sistemas pedagógicos, donde lo central es la legitimación y consolidación de visiones específicas del mundo. El otro entorno de dicha guerra cognitiva, se manifiesta en las infraestructuras mediáticas, es decir, los medios tradicionales masivos de comunicación social y digitales, ahora convertidos en armas estratégicas de influencia política y cultural.
En el otro lado de la moneda, tiene que ver directamente con la creación y planificación de las estrategias tácticas de la guerra cognitiva, a fin de erosionar la confianza, polarizar comunidades y sobre todo, generar caos informativo. Esto se puede observar por ejemplo, con las operaciones de desinformación, las cuales se dedican a sembrar y promover "fake news", como herramientas para desestabilizar democracias, tal como ha sucedido con el crecimiento de gobiernos autoritarios en América Latina de manera particular, de tendencia populista, de izquierda y derecha partidista e ideológica. Con el uso de narrativas polarizantes que que construyen discursos diseñados expresamente para dividir sociedades y opiniones del público. Con ello se busca crear sesgos cognitivos relevantes para sus agendas de gobierno. Actualmente, eso ya se logra mediante la manipulación de IA, con la que se puede alterar la voz, el rostro y los fondos de la imagen, mediante el uso y manipulación de algoritmos predictivos para explotar e identificar en las personas y colectivos, vulnerabilidades emocionales y psicológicas.
Podemos mencionar que existen autores y publicaciones relevantes donde se reflexiona y aportan elementos clave para comprender el trasfondo de lo que existe en realidad detrás de esta guerra cognitiva. Tenemos el libro de MacFate (2019), The new rules of war: Victory in the age durable disorder, donde introduce el autor, el concepto de "guerra eterna", argumentando que los conflictos del siglo XXI no se libran únicamente con armas tradicionales, sino con tácticas psicológicas, desinformación y manipulación de la opinión pública. Analiza como actores estatales y no estatales emplean estrategias de desinformación y propaganda para influir a través de plataformas digitales. El libro y aportación de Nye, J. S. (2011), The future of power, donde el autor aborda el concepto de "poder blando" (soft power) y su evolución hacia "el poder inteligente" (smart power). Aunque no utiliza el término de "guerra cognitiva", su análisis es clave para entender cómo los gobiernos moldean percepciones y narrativas a través de los medios culturales, educativos y tecnológicos. No podría faltar las significativas aportaciones de S. Zuboff (2019), con su texto, The age of surveillance capitalism. The fight for a human future, at the new frontier of power. La autora analiza detalladamente sobre el uso de algoritmos y datos en la manipulación cognitiva, esencial para comprender cómo las corporaciones tecnológicas recopilan datos para manipular comportamientos y moldear decisiones, y cómo a través de las plataformas digitales, son utilizadas como herramientas potenciales de la guerra cognitiva.
Una referencia y aportación importante desde una visión particular ideológica latinoamericana, lo tenemos con el libro del filósofo Fernando Anda De Buen (2006), Filosofía de la comunicación, donde el autor centra su análisis en los metadiscursos, metasemánticas y metasemióticas consideradas por el autor, como herramientas de manipulación ideológica. Aunque su aporte pertenece al campo de la filosofía de la comunicación, tiene elementos reveladores que permiten observar lo que puede existir detrás del contexto de la guerra cognitiva.
La aportación de Evgeny Morozov (2012), derivada de su texto, The net delusion: The dark side of internet freedom, donde el autor critica la visión optimista sobre el impacto del internet y las redes sociales. Expone cómo estos medios son utilizados por gobiernos y corporaciones para la vigilancia, la manipulación y el control social. Su enfoque crítico sobre sobre el "lado oscuro" de la tecnología aporta una perspectiva esencial para entender los entornos digitales como campos de batalla cognitiva. Con este análisis, nos da elementos para comparar, a otro autor que nos parece relevante mencionar, por su análisis de fondo respecto al uso de plataformas digitales, que, de alguna forma han sido empleadas por grupos y organizaciones que se encubren para no ser detectados por estas corporaciones tecnológicas, o al menos así lo aparentan.
Es la aportación del periodista Robert W. Gehl (2018), con su libro: Weaving The Dark Web. Legitimacy On FREENET, TOR, and l2P, señala el autor que las plataformas de su análisis (Freenet, Tor y l2P), forman parte del denominado "Dark Web", las cuales actúan como espacios alternativos de comunicación y diseminación de información. Señala que a diferencia de las plataformas de la web tradicional (Google, Microsoft, Facebook, etc.), son entornos que están diseñados para garantizar el anonimato y la descentralización, los convierte en entornos y herramientas legítimas e ilegítimas. En ese sentido, la Dark Web se convierte en un espacio donde actores estatales y no estatales pueden: Difundir propaganda de forma encubierta; organizar campañas de desinformación; compartir herramientas para manipular narrativas y percepciones públicas.
Gehl analiza cómo los usuarios y comunidades de la Dark Web construyen y negocian la legitimidad moral y política de sus actividades. Esto incluye desde la lucha por la privacidad hasta las actividades ilícitas, como la venta de armas o drogas. Por lo tanto, la Dark Web no debe ser vista únicamente como un mero espacio criminal, porque argumenta el autor, sino considerarla como un entorno donde se desarrolla narrativas complejas sobre libertad, control y resistencia frente a la vigilancia del estado y de las corporaciones tecnológicas.
En el próximo apartado, nos centraremos en el análisis de los metadiscursos en el ámbito tecnológico digital, y dejamos abierta la siguiente cuestión: ¿Está preparada la sociedad como inteligencia colectiva, para enfrentar los retos de la guerra cognitiva que actualmente prosiguen los gobiernos y corporaciones tecnológicas en su proyecto de control y manipulación de las mentes humanas?
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