Metamorfosis del acto didáctico (2a. parte)

Introducción al Mundo de las Transmutaciones

El principal atractivo de la lectura de Las Metamorfosis del poeta latino Publio Ovidio Nasón (siglo IV, antes de nuestra era)), es un campo considerado de recreación literaria, donde el espíritu se ve obligado a abrir de par en par la riqueza y el rigor con el que fueron escritos estas estructuras mitológicas y etiológicas, es decir, el hecho de considerar en su concepción general una creación poética científica o filosófica, más que una mera compilación de mitos incoherentes en momentos, sin embargo, cobran su esencia, una fuerza que crea y transforma el universo humano, porque puede desde su interior explicar el significado del devenir, comprendido como misterio y razón (Mircea Eliade. Mito y realidad,1999), aspecto primordial de lo infinito que desencadena cada una de estas metamorfosis.


La plasticidad literaria con la que fue construida esta obra, despunta e incita el camino de la indagación profunda sobre cuestiones del pensamiento mítico cuando se atreve a ponernos en contacto con el carácter objetivo de las representaciones simbólicas, ahora despojadas de su contingencia para instituirlas en el plano de lo universal, como ley necesaria (Cassirer, 1998:17-48). La coexistencia de los objetos que se crean en el mundo de las metamorfosis, y la serie de eventos conectados por la multiplicidad de las diferenciaciones junto a las configuraciones que aparecen a lo largo de esta particular teogonía, puede hacernos suponer una profunda crisis del espíritu, pero dado el contexto de ostracismo y desdén que le tocó vivir a este poeta en su época de exilio forzado, su obra cobra relevancia, no sólo por el encanto amatorio que él le imprimió, también por lo que esta provechosa doctrina mítica sublima los actos virtuosos, y vitupera los vicios conforme a una moral que dicta, porque orienta las formas más prudentes y sabias para vivir de acuerdo a las leyes de carácter universal, más que a los dictámenes y caprichos de los dioses de Olimpia, de ahí su tragedia a la humanidad que continua esclava sin posibilidad  de trascender su alma. Ello explica en parte, el por qué de las transformaciones de los personajes que se van articulando a través de un árbol divino y mortal genealógico, aquí la narración mitológica tiene graves desenlaces trágicos, vengativos, sediciosos, lascivos, imprudentes, codiciosos, abruptos destinos que hilan y deshilan en sus metáforas:



"Aracné por la soberbia de tu destreza que enfrentó a la diosa de los ojos de lechuza, ¡Oh iluminada Atenea!, y por la beatitud de tu rostro y cuerpo, quedaste destinada a tejer y ser transformada en araña así como toda tu progenie obtuvo el mismo destino..."; aquí es cuando desarrolla en ese mismo sendero, un poder heurístico que despliega dicha ficción como estrategia creativa del discurso (Ricoeur, 2001).

El acto del poeta Ovidio juega entonces con la fantasía y las formas, es la posibilidad de poder observar con detenimiento lo que más causa estupor a la conciencia humana, es en otra situación, la incapacidad para impedir que el cuerpo tenga la posibilidad de desdoblarse en algo más horrendo, que no permite gritar ni gemir, mucho menos lamentarse, porque así ejerce el poder la naturaleza universal de los dioses, transmuta en una corporeidad de naturaleza diferente a la anterior vida, porque tiene en su narrativa una estructura poética metafórica, con desviaciones que tendrán que ser analizadas y reflexionadas a profundidad, dada la afectación causante a la significación de las palabras del discurso-frase empleados ((Ricoeur, 2001); es la tentadora invitación al canto hipnótico de las ninfas, con el propósito de resguardarsse de las acciones mundanas que pueden ser el origen mismo de las depravaciones de la conciencia, pero llevadas al paroxismo de un tiempo que previamente delimita y determina las causas por las que serán desenlazadas las relaciones complejas entre los propios personajes, sobre todo, cuando se encuentran en un proceso de educarse entre ellos.



Los quince textos que constan dicha obra poética, son la conmemoración al mundo filosófico simbólico clásico greco latino. El contenido que prevalece en cada una de estas historias, nos conduce a otro campo perceptivo, porque simplemente inquieta en lo más hondo de nuestra psiké (alma), y esto nos da la oportunidad de ocuparnos de nosotros mismos, no como mera actividad de  egoístas perniciosos del conocimiento, sino para lograr el enlace entre lo que 
significa el sujeto y la verdad, desde el campo de análisis e interpretación crítica, o hermenéutica del sujeto (Foucault, 2002, Ponce Rivas, 1996).


Si tomamos en consideración que el acto didáctico adquiere en su constructo y proceso interior, la posibilidad de comprenderse e interpretarse como posible metáfora (Ricoeur, 2002:15-36), estamos en posición de aclarar acerca del sentido y la acción de educar a partir de su dimensión mitológica que cobra especial relevancia en la enseñanza y en el aprendizaje, que actualmente operan en conjunto como un proceso modernizador de la formación de los individuos, pero este proceso pierde en esencia, la verdadera facultad de transmutar la realidad del mundo como posible proyecto de fundamentación y sus implicaciones al tratar de reducirlo a un mero orden metodológico dualista, es decir, como un espacio de enfrentamiento y confrontación antagónico en las instituciones educativas, donde prevalece más bien, el ejercicio de poder del que enseña sobre el que supuestamente aprende, un mero acto de relación y comunicación que tampoco permite que el que aprende pueda crear sus propios fundamentos de interpretación del mundo, hace por lo tanto, necesario activar la capacidad del pensamiento crítico en todo acto didáctico y dialéctico, y no darlo como per se, de acuerdo a como lo dictan los planes y programas oficiales de estudio, igualmente sucede cuando se pretende educar a los hijos en el núcleo familiar, donde lo que impera, es el mero obedecimiento de normas y reglas para ser aceptado por esa entidad socializadora. 

Esto apunta a recalcar que no todo acto de búsqueda de su significado epistemológico, puede tener una explicación inmediata para sanear la percepción de los individuos basada únicamente en la razón empírica, sino podrá realizarse a través de la mediación del discurso (texto) que se manifiesta a su vez, mediante la configuración simbólica de la realidad que cada persona construye y recodifica de acuerdo a su nivel cognitivo, social e histórico. De lo contrario, la interpretación crítica de las metamorfosis en el acto didáctico, quedarían enmarcadas, sólo por sus signo retórico que nos podría indicar lo que es por ejemplo, la noción de clase o curso, como visión emparentada para delimitar, en su caso, las edades y niveles de aprovechamiento escolar que requiere el Estado y sus respectivas instituciones, la prudencia del agente que enseña (docente formado bajo las reglas del sistema), en una unicidad controlada del método requerido, que obliga también por estatuto, a desarrollar contenidos, textos y criterios bajo la eficaz contundencia de dicha unicidad retórica escolarizada, según antiguos preceptos comenianos, donde la traducción y la interpretación de la normatividad oficial son sugerentes y recomendables para delimitar el acto didáctico que deberá realizarse en el espacio del aula, lo cual soslaya la inquietud de los discentes (enseñantes) para lograr cambios verdaderos y sustanciales en sus aprendices (educandos), alumnos o pupilos: metamorfosis cognitiva de los valores, ideología, o actos de transformación, mayor compromiso social, etc.

Y señalo cambios, porque aun no queda precisada la oportunidad para su comprensión que pueda ofrecernos una explicación de ¿por qué a pesar de las buenas o malas intenciones que existen en el proceso y acto de la didáctica escolarizada, considerada como instrumento facilitador y generador de actividades que impulsen a los individuos a aprender sobre la realidad del mundo que los rodea, aun no se ha logrado transmutar la inquietud de su espíritu como acto de disposición que permita disponer que el alma pregunte como sujeto de esa inquietud?, para percatarse y tener acceso a cosas superiores, entiéndase esto como el hecho de dotar a la mente de nuevas capacidades que le permita trascender esa alma de sabiduría (sophrosyne), para que logre penetrar entre la bruma y la confusión de las ideas y la información que se le otorga en las sesiones de clases, o cuando el alumno (sin luz), consulta en medios electrónicos multimediáticos o en redes sociales y lo que se deriva de estos, en cuanto a conocimiento, sobre los posibles antagonismos entre el bien y el mal, lo falso de lo verdadero. Es cuando adquiere una nueva configuración para beneficio de nuestro ser y del lenguaje que proclamamos frente a otros, que de manera abrupta e inconsciente, los estudiantes y aprendices intentan conocer de manera un tanto forzada, la diferencia entre los elementos de justicia, los campos disciplinarios, la cultura y su respectiva ideología, etc., sin dejar de lado la intención de lograr transmutar ese poder activo e imaginario en el contexto histórico social que le toque vivir, significa también, metamorfosear y aplicar lo aprendido, dejar de aprender lo que se aprendió y ocuparse de aprender por sí mismo y con los otros (Foucault, 2002). 

En la tercer y última parte, ofreceremos una conclusión que permitirá dar pauta a una oportunidad para salvaguardar el alma inquieta del que enseña y aprende a través de la metamorfosis del acto didáctico.

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