Viaje afuera y adentro del cerebro: ¿reflexión del eterno retorno o paradoja eterna? (2a. parte)

En el anterior escrito, presentamos de manera general, los temas y reflexiones que serían abordados en varias publicaciones, dada la complejidad del tema que se aborda sobre la metáfora del "viaje del cerebro afuera y adentro", cuya reflexión nos conduce en estos momentos para desarrollarlo desde su dimensión filosófica (hermenéutica), donde propiamente serán retomadas algunas ideas de los pensamientos clásicos, como es el caso del origen de ese pensamiento en la Grecia antigua clásica helenística de los pensadores presocráticos (Tales, Heráclito, Anaximandro, Parménides), como los más representativos y que en el análisis reflexivo e interpretativo de Cruz Fuentes (2005), nos remite al repaso fundamental de esas ideas que enmarcaron, por decirlo así, un hito introductorio que se hizo manifiesto, cuando deciden estos sabios de Occidente, separar las concepciones mitológicas de las racionales, por otras más apegadas hacia la búsqueda ontológica del Ser, su origen filosófico, y que en analogía con la metáfora que planteamos de ese supuesto viaje, también avizora un elemento epigenético, que tiene que ver directamente con la evolución del cerebro humano, tal como ahora lo vamos estudiando y desentrañando desde sus estructuras complejas neurobiológicas y neurofisiológicas, hasta aquellas que van conformando las diversas y múltiples funciones ejecutivas que se activan y se encienden en varias regiones y zonas específicas de este maravilloso órgano, cuando lo activamos y hacemos algo o aprendemos cosas.

 
La dimensión filosófica de esta reflexión, nos dice que hay una serie de planteamientos o preguntas cosmogónicas que vendrían a conformar en el mundo de los llamados pensamientos universales, la parte esencial de ese viaje que hemos denominado como neuroepigénesis ontológica, que intenta construir a partir de esos momentos, la posible verdad de un por qué sin por qué, o ¿porqué el origen de las cosas no es una cosa? Ello puede significar que en la metáfora del viaje del cerebro hacia adentro y hacia afuera, es universal y existencial, que intenta explicarse el QUÉ del CÓMO, pero también pensar que puede haber o existir un más allá, una conciencia ontológica que se vincula de algún modo a una metafísica fundamental, a un acto de auto-afirmación que intenta conectarse con ese auténtico órgano del conocimiento de la realidad (Cassirer, 1929;1998), que tiene su posible origen en lo que el pensamiento filosófico de Platón y Arístóteles principalmente, dedujeron y estudiaron como la "physis", que de alguna manera tendría que estar vinculada o asociada con la otra parte del "bios" (fuerza vital de los organismos), mismos elementos que podrían darle sustento a la otra parte de la búsqueda de la verdad, el "logos", o camino de la sabiduría. 

Esta reflexión racional posteriormente  engancharía el camino intelectual y cognoscitivo de la historia de las ideas y del pensamiento, que aunque aparentan estar divorciadas entre sí, antiguamente ya denotaban diferentes significados y representaciones simbólico mentales; una herramienta del razonamiento que derivó hacia concepciones y principios rectores de lo que hoy percibimos de la realidad que cada quien construye, resignifica y recodifica de la información y los datos del exterior y del interior de las múltiples y millónesimas conexiones de la red neuronal, según sean sus necesidades propias en este mundo, es también la bitácora que conduce y bambolea las trayectorias y rutas del viaje del cerebro hacia afuera y adentro, y de adentro hacia afuera, es esa inesperada sensación que a veces da la idea de ser percepción, pero no lo es, porque tal vez es parte de lo que quiere recrear nuestra memoria a través de nuestros recuerdos y experiencias, y en otras ocasiones, si requerimos saber en dónde estamos parados, y hacia dónde nos dirigimos, o hacia dónde queremos estar que mejor nuestro cerebro nos conduzca y nos guíe de la mejor manera. 

Por eso la necesidad de tener a la mano la brújula de la dimensión filosófica en su vertiente hermenéutica, que le de sustento y cierta configuración a esa representación neuroepigenética y punto de partida del mito cosmogónico, de ese viaje introyectivo que dio inicio con la recreación ritual tradicional y religiosa del Ser visto como suprema divinidad, cuyo origen aun se mantiene vivo en las instituciones religiosas de todas las creencias y tradiciones (punto que pensamos retomar en las siguientes publicaciones de este artículo); que habla y registra eventos de un pasado histórico de la humanidad, y ahora prevalece como campo de estudio y reflexión, pero deja entrever la necesidad de contemplar detenidamente, porqué actualmente seguimos en un estado de tensión existencial con la vida y realidad que hemos construido de manera colectiva, como una comunidad humana que quiere y busca de nuevo reintegrarse a una totalidad mediante la creación de nuevos mitos: tecnológicos, digitales, transhumanistas. Ahí está latente el posible futuro de la humanidad y de la civilización de este siglo y de los siguientes, si es que todavía permanecemos en este Planeta Azul. 

La pregunta esencial en estos momentos tendría que ser si se considera que los mitos son o no, parte de una historia construida por el imaginario colectivo, si es parte de dicha epigenética cultural, y ¿porqué entonces, requiere ser comprendido desde ese contexto de la realidad del mundo contemporáneo en situación de crisis recurrentes, guerras, pandemias y automatización digital? 

Mientras es la energía del Tiempo que nos mantiene en estado de atención, identificados como esa colectividad de cerebros que conforman una red inteligente, conformada por esa constante búsqueda inconsciente, subyugada por su propio peso que lleva consigo en la espalda y en los hombros de la civilización, una enorme culpa y enojo, y también el deseo de salir adelante de esta actual situación, y que es ahora, en estos precisos momentos, cuando se nos pide Ser y Estar, ¿y eso qué significa? Nos pide que constantemente revisemos cómo hemos llevado y conducido ese viaje de nuestro cerebro hacia afuera-adentro y adentro-afuera, que aclaremos de una vez por todas quiénes somos y qué queremos ser de aquí en adelante; que podamos identificar entre las señales que recibimos del mundo exterior, porqué es importante conectarnos, en ese viaje, con formas ideas-pensamientos, de una conciencia cognitiva, como parte de una experiencia hemenéutica del sujeto que somos, y porqué necesitamos seguir ocupándonos de sí mismos, desde un punto de vista de la espiritualidad que queremos acceder en términos mismos del conocimiento (Foucault, 2002). Es parte de lo que tendremos que continuar deduciendo, asombrando y descubriendo en la siguiente publicación.

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