Campos de Resonancia Mental y Latidos de la Tierra (3a parte)

Retomando las reflexiones de la anterior publicación, de manera particular sobre el tema de la denominada conciencia cósmica espiritual es de llamar la atención como en una publicación casi inédita del psiquiatra y médico canadiense Dr. Richard M. Bucke, a principios del siglo XX, aborda el tema relacionado con lo que para este autor describe como "conciencia cósmica", dada la experiencia personal que lo marcó para el resto de su vida y lo orientó a realizar una profunda revisión de las distintas concepciones místicas espirituales y filosóficas tanto de occidente como otras del oriente, para descifrar por así decirlo, los códigos que nos dicen cómo es que se crea dicha conciencia a nivel introspectivo, en un plano de comprensión mental a otro que trasciende desde la creación del lenguaje común a otro caracterizado por una actividad derivada de las propias dimensiones supramentales (estado de espíritu universal) o estados subjetivos de atención interna, que han abarcado una variedad de estudios e investigaciones vistas desde diferentes enfoques multidisciplinarios conectados a una visión de pensamiento complejo, cuyos fundamentos teóricos y modelos explicativos, de alguna manera, nos invita a abrir las puertas de lo extrasensorial y paranormal metafísico (fenomenológico), algo de lo que se mencionó con respecto a los libros de Ken Wilber sobre ese espectro de la conciencia, abre sin duda, un campo de conocimiento aún insospechado por las academias ortodoxas universitarias y de la investigación oficial.



Para Bucke existen tres grados de conciencia: la conciencia simple la cual está dominada por el instinto de las especies animales; la auto conciencia, que está arriba del nivel de la conciencia simple animal, porque es la que puede llegar a dominar el ser humano y es la que está asociada a estados mentales como objetos de conciencia; y, la conciencia cósmica que es la que está arriba de la autoconciencia, entendida esta como un estado que le permite al ser humano conectarse con la vida y orden del universo. Esto de entrada se complica porque, si bien de acuerdo a experiencias realizadas por místicos de las tradiciones religiosas del mundo han logrado tener esa esa conexión con ese ese espacio-tiempo (orden implicado), en la mente común de las personas es inexplicable cómo es que existan personas que pueden lograr a adquirir esas capacidades que les permite estar interconectados con las partes y el todo (la suma de las partes), entre las ramas del árbol y el bosque a toda su extensión con sus respectivas particularidades, es de hecho un enorme reto y problema a ser explorado a profundidad, no desde la simpleza, pero si desde la belleza de lo simple eterno (perenne). Esto de qué manera se integra a una concepción antropológica de la especie humana con sus diferentes peculiaridades culturales, de organización y pensamiento colectivo cuando existe controversia de ideas y enfoques, cuando todavía la complejidad no alcanzamos a abarcarla, porque tenemos límites cognitivos y de aprendizaje en nuestra estructura cerebral como sapiens-sapiens. 

Si desde la teoría de la causación formativa como lo explica Sheldrake, es parte de la memoria que se ha venido incrementando desde lo orígenes biogeológicos y epigenéticos del cerebro, es parte de lo que se manifiesta a través de la conducta del instinto reptiliano a otra de mayor nivel de evolución psíquica. Sin  embargo, esto nos ha metido en un grave aprieto como civilización, porque si hemos heredado esa estructura de campo morfogenético en la compleja red neural, también ha sido proyectada en las formas como antropológicamente hemos aprendido a socializar y crear sistemas sociales diversos caracteres de conducta y cultura, como señala el antropólogo argentino C. Reynoso también persisten inconsistencias derivadas de las teorías catastrofistas que explican el fenómeno de los posibles malestares y deficiencias de los sistemas que han llevado a la humanidad a discontinuidades representadas por catástrofes de guerra e impacto ambiental, lo cual es ya un aviso de alarma planetaria, porque no hemos tenido la resolución ni tampoco la capacidad para enfrentar el deterioro de los sistemas de vida (flora y fauna), porque hemos alterado el ritmo de los ciclos naturales y hemos contribuido para acelerar lo violentos cambios que vienen desde más allá de la estratósfera, simplemente porque provienen de miles de años luz de distancia, del centro de la galaxia en la que está ubicada el sistema planetario al cual pertenece la Tierra, las alteraciones en la estabilidad estructural del universo, no sólo están activas en el Sol, también está presente en esa dimensión emergente de incertidumbre y caos que proyectamos como humanidad y habitantes terrestres, un campo mórfico de percepción inestable.

Esto nos da a entender, que nuestra trayectoria de vida común tiene que saber adaptarse a esos cambios repentinos de alteridad y discontinuidad, que de acuerdo a Wolfang Smith, en su libro: "The Quantum Enigma", existe una alteración en la forma como percibimos lo percibido, y esto contribuye a que, existan diversas formas de concebir la realidad del mundo y del universo que, a pesar de los avances científicos de la astronomía (astrofísica), aún persisten inconsistencias del origen y evolución de lo que sabemos o podamos imaginar acerca del universo conformado por múltiples dimensiones de extensión y profundidad conformado por otros posibles universos paralelos interconectados, ya no digamos de lo que se ha podido registrar sobre los millones de galaxias y sistemas planetarios donde puede albergar vida inteligente y, posiblemente mucho más avanzada que la nuestra, seguimos en espera que esto sea desclasificado por la entidades oficiales de este planeta o de los visitantes no humanos que nos están observando en acecho. Esos universos  paralelos también existen dentro de nosotros a través de la actividad de los sueños principalmente, como generadores de la creatividad y potencialidad cognitiva.

Esto significa que los ciclos de vida están acelerando el paso hacia cambios de enormes proporciones, a los que en nuestra conciencia inmediata cotidiana apenas y lo percibimos, porque estamos cada vez más desconectados de los  latidos del corazón interno del planeta, que ya ha dado avisos urgentes de salvación o de advertencia de nuestra apropia extinción. ¿Acaso necesitamos tener más cumbre mundiales sobre medio ambiente para tomar las decisiones correctas para frenar el deterioro del planeta?, ¿necesitamos realizar más marchas de tinte ecologista en las ciudades y mega urbes para quedarnos sólo en ese nivel de realidad social de crisis recurrente?, ¿se necesitan aumentar la cantidad de publicaciones de parte de expertos y especialistas en la materia para asegurar el futuro incierto de la humanidad?, ¿estamos en espera de la salvación de parte de los visitantes del espacio, para que ellos nos vengan a reorganizar y reordenar a la humanidad en este caos colectivo, o hacernos desaparecer por nuestra propia testarudez y limitada forma de acelerar la destrucción definitiva del planeta?

El ciclo de vida aun permanece alterado y esa es una realidad ineludible que debemos estar adaptados como entidades vivas pero ahí está, la humanidad activa esperando y elaborando soluciones inmediatas a corto y mediano plazo de por qué, es necesario recalibrar la resonancia mental a nivel individual y colectivo civilizatorio, hasta que volvamos a encontrar el punto de origen de la naturaleza y sus constantes y vibrantes estados de conciencia espiritual. Esto todavía no termina y de ello va a depender nuestra evolución ante la comunidad del universo.

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