Explorando Límites entre Sueños, Lenguaje y Máquinas: Una Visión de Frontera (1a parte)

 El nuevo tema que vamos a abordar, tiene relación con el mundo onírico (los sueños), como producto de la actividad de la mente humana y del cerebro interconectado en la compleja red neuronal. La exploración que vamos a dedicar en esta ocasión, centra nuestra atención y preocupación sobre los límites, lo que la propia evolución humana ha traído consigo en su estructura psíquica, y esto de qué manera impacta en la construcción de los sueños, especialmente con respecto a las funciones ejecutivas superiores, la memoria y el pensamiento, que, a su vez, se conectan con las zonas que activa el cerebro para crear el lenguaje, lo que hasta el momento ha sido estudiado ampliamente desde los inicios de la neurofisiología, y posteriormente con las investigaciones y estudios del campo de las neurociencias cognitivas y su pertinente aportación al campo de la IA.

Trae consigo, también en esta reflexión sobre lo que sucede en cuanto a la aparición de disfunciones cerebrales que, a su vez, pueden dañar las zonas del lenguaje. Pero se preguntarán, esto qué relación puede tener con la construcción psíquica de los sueños, ¿qué son los sueños?, ¿cómo se producen?, ¿qué tipos de sueños se producen en las diferentes etapas de la vida?, ¿por qué señalan algunos expertos del campo de las neurociencias cognitivas, que hay una serie de teorías e hipótesis aún inacabadas respecto a la fenomenología de los sueños?, ¿de qué manera pueden impactar los sueños en la salud mental de las personas?, o inclusive todavía más acuciante, ¿cómo los sueños pueden repercutir en las zonas del lenguaje?, y estas preguntas habría que trasladarlas al hecho de lo que está sucediendo con las megacorporaciones que en cuestión de semanas, aparecen con nuevos modelos IA, asociados a la creación de modelos de lenguajes y estructuras algorítmicas que tendrán mayor capacidad de memoria, de respuesta y múltiples formas de uso: construcción y revisión de textos, creación de imágenes y videos, etc., la posibilidad de acelerar la producción de metaversos, entre otras tantas maravillas tecnológicas que nos vamos enterando en el camino.

  

Lo que vamos a desarrollar en tres apartados, están basados en un enfoque de vasos comunicantes o tal vez, representados simbólicamente como rizomas de conciencia, según sea la perspectiva enunciada en un campo de visión que hemos denominado de frontera, porque apenas lo podemos vislumbrar. Por ejemplo, lo que sucede con las máquinas llamadas inteligentes, en su versión fase de convertirse en verdadera IA (inteligencia artificial). Dichas tecnologías presentan cierto tipo de disfunciones, a la que los expertos programadores e informáticos han expuesto como "alucinaciones" de la máquina, es decir, errores y posibles fallas de sus arquitecturas de red neuronal; los ajustes y recomposiciones de los datos construidos a partir de los sistemas inteligentes de ingeniería computacional que han tenido que realizar amarchas forzadas, porque el mercado de competencia se ha convertido en una enorme feria, especialmente en cuanto a la importante labor sobre los equipos de trabajo de las corporaciones más poderosas del mundo. Nos referimos, a Microsoft, Google, Facebook, con sus derivaciones correspondientes, las cuales han creado otros corporativos de gran valor para el desarrollo del capitalismo digital del presente siglo.

Un comparativo que nos asocia a lo que el propio Robert Graves, desarrolló en su libro: La Dama Blanca, donde hace mención acerca de los mitos ancestrales creados por civilizaciones prehistóricas, lo que el autor denomina como la Guerra de los Árboles, donde de manera particular y simbólica, viene a recrear la forma del pensamiento ancestral, que se refiere al uso de representaciones poéticas del lenguaje, que eran empleadas como componentes fundamentales de los ritos sagrados, y estos lenguajes adquirían cierto poder mágico para obtener el favor de los dioses o del culto a las divinidades femeninas en contra de un sistema de patriarcado imperante. 

En este caso, la guerra actual se refiere, más bien, a la competencia que estamos observando cuando estas grandes corporaciones de la informática y de la IA, sacan nuevos prototipos y modelos con mucha mayor potencia en cuanto a lo que al diverso uso del idioma computacional informático designado por las industrias de la cuarta revolución de los conocimientos han ido acomodando, según sean los avances, en la creación de lenguajes que cada vez, puedan emular, por así decirlo, al lenguaje humano, y adquieran mucha mejor capacidad para predecir, pronosticar, con base a la alimentación algorítmica de datos, y tener a la mano, respuestas más o menos claras, a veces no tan acertadas, porque siguen en esa fase de aprendizaje y entrenamiento de las máquinas; y sí, existen límites de respuesta y razonamiento lógico en sus estructuras de lenguaje, ya no digamos, en lo que de manera irónica mostró el escritor Philip K. Dick, en su libro, si también las ovejas eléctricas tendrían alguna vez, la capacidad y posibilidad de soñar, y ser capaces de expresar con sentimientos y emociones, la recapitulación de los sueños realizados. Cabría, entonces, preguntarse y pensar de manera reflexiva, si algún día lo podrían realizar las máquinas en fase permanente de reconfiguración, estamos en fase teórica especulativa del Bosque Oscuro (Cixin Liu, 2008).

En este primer apartado, reflexionaremos acerca de la conexión entre los procesos oníricos, es decir, la estructura psíquica humana y su conexión con el origen de los sueños, si estos son parte de los esquemas de evolución biológica o antropológica de la especie humana, como lo intentó descifrar el propio S. Freud (1908) en lo que él denominó el subconsciente, como parte de la injerencia que pueden llegar a tener los sueños en las psicopatologías de los individuos (neurosis), como posibles sistemas pronosticadores de sucesos futuros, o también, convertirse en mecanismos creadores de pesadillas, los cuales tendrían forzosamente que ser analizados e interpretados (interpretación onírica), como parte de una supuesta proyección de los pacientes atendidos, a una concepción particular del Universo. 

Estos casos llevaron a Freud a formular preguntas hipotéticas, si dichos fenómenos oníricos tendrían alguna relación de condicionamiento de las personas sobre el aparato anímico, es decir, que el mundo onírico, en cierta forma, estaría vinculado por la personalidad de los individuos, la posición social, el grado de cultura, y el género de la vida habitual del paciente. El material compuesto por el sueño recreado por las personas, pueden, señala el autor, evocar recuerdos de otra edad (infancia, juventud), y de la evocación posibilitan elementos de memoria circunscritos a la propia psique. Para Freud, la totalidad de las fuentes oníricas las divide en: estímulo sensorial externo (objetivo), estímulo sensorial interno (subjetivo), estímulo somático interno (orgánico), y las fuentes de estímulo propiamente psíquicas. Son estas fuentes las que le permitió a Freud, tener una panorámica de lo que podría ser una importante línea de investigación para su encuadre psicoanalítico, que encuentra como dicha teoría permite ver los casos de represión y la satisfacción de deseos como posibles causas aparentes relacionadas con el simbolismo de los sueños, según uno de sus predecesores más notables.

Y fue, exactamente, la otra visión distinta y complementaria al enfoque del psicoanálisis, la de su discípulo, que después decide separarse de su instructor, y comienza su etapa propia de estudio, sobre el campo de los sueños. Es C. Jung (1964), cuando publica su libro que fue elaboración colectiva, "El Hombre y sus Símbolos", el que describe lo que son los sueños al señalar, que no son parte de un pensamiento racional, sino que más bien son imágenes simbólicas, que se manifiestan en el inconsciente, y, por lo tanto, define la psique como parte de la propia naturaleza del hombre, y su enigma llega a ser ilimitado. Las amenazas que ha sufrido históricamente la psique humana denota, para Jung, retomando las creencias de los mal llamados pueblos primitivos por antropólogos occidentales, el significado de "perder el alma", es técnicamente una disociación de la conciencia, o también identificada como escisión de la psique. 

Para Jung, la conciencia humana no ha logrado conseguir un grado conveniente de continuidad, es decir, porque es vulnerable y susceptible a la fragmentación, y trae en consecuencia, según el autor, causa patológica de una neurosis. Pero en materia de los sueños, se convierte en una importante materia y fuente universalmente accesible para la facultad simbolizadora del hombre. Retomado algunas teorías de Freud y de J. Breuer, señala que los síntomas neuróticos (histeria, dolor, conducta anormal), adquieren una percepción con pleno y aparente significado simbólico. De acuerdo a su propia reflexión, Jung señala que los sueños, tienen su propia limitación, porque para el analista requiere volver a este y retomar el contenido mismo del sueño. Entendiendo, que cada sueño adquiere un sentido, un significado, porque es una expresión específica del inconsciente que merece investigarse. 

Según Jung, parte del inconsciente está conformado por una multitud de pensamientos oscurecidos de manera temporal, que se hacen manifiestos mediante impresiones e imágenes, que continúan influyendo en nuestra propia mente consciente, son para este autor, como especie de eclipses impredecibles que son producidos por la interferencia del inconsciente. Es de llamar la atención, cuando Jung expresa, que hemos aprendido a prescindir de los adornos de la fantasía del lenguaje y en los pensamientos, cuando se evocan objetos o ideas, una característica propia del pensamiento primitivo. 

Esto, en el pensamiento racional actual, puede sonar a algún tipo de alteración patológica. Por eso, señala, hay que prestarle atención al lenguaje onírico, porque es el que puede revelar el inconsciente, si estamos o no, conscientes de ello, de todos modos, es el sueño el que revela la forma como cada persona intenta lograr un equilibrio psíquico, y es a nuestro parecer, lo que aún siguen sin lograr hacer las máquinas artificiales, a pesar de los avances logrados en materia de los modelos y prototipos de lenguaje natural, presentan como ya lo veremos en el segundo apartado,  los límites y sesgos, que, en los seres humanos se manifiestan como disfunciones cerebrales en la estructura de los pensamientos, el lenguaje y en los sistemas de representación simbólica y en el caso particular de las máquinas inteligentes artificiales, en su propia arquitectura algorítmica y los datos con los que se programan, como posibles factores que denuncian sus "alucinaciones", concepto que ya pone preocupados a los elaboradores de las políticas y tomadores de decisión que quieren regular y legalizar su uso en la economía y sistemas financieros, en la industria, la educación, la cultura entre otras.

Una tercera visión antecedente e igual de importante, podríamos agregar, lo que el filósofo de la ciencia y seguidor ferviente de la imaginación poética G. Bachelard, logra abordar en dos de sus textos: "Poética del Espacio", y "La Poética de la Ensoñación", dos aportaciones reflexivas que nos van a abrir el campo de análisis sobre dicha exploración de los límites aquí expuestos. En el caso del primer texto, Bachelard (1957), la imagen poética se convierte para este pensador, en una especie de resaltar de manera súbita el psiquismo mismo, que lo convierte en una filosofía que reflexiona e interpreta a su modo, un contenido propio ontológico que habla del ser y a través del lenguaje poético, lo transmite y traduce en estudio fenomenológico de la imagen como tal, porque surge de la conciencia, como producto del corazón del autor, del alma que pregunta por ejemplo, "¿cómo una imagen, a veces muy singular puede aparecer como una concentración de todo el psiquismo?". Esto también, conlleva el acto de pensamiento que quiere proyectar desde lo que puede expresarse desde la imaginación construida en los sueños, y cómo este logra expresarse a través del lenguaje cotidiano, pero con conotaciones diversas y de distintas formas en las que logra manifestarse la conciencia soñadora que quiere explicarnos como "la conciencia asociada al alma se encuentra más reposada, menos intencionada que la conciencia asociada a los fenómenos del espíritu". 

Revela por lo tanto, una necesidad primordial que intenta comprender y profundizar sobre lo que puede lograr que resuene en nuestros sentimientos y emociones y repercuta de manera significativa en la propia existencia de los individuos, es decir, a través del lenguaje del hablante del que es origen y transmite, y del que escucha o lee y tiene la capacidad de captar la imagen poética. Bachelard, enfatiza sobre la necesidad de comprender porque la imaginación tiene que considerarse como una potencia mayor de la naturaleza humana, que nos permita prever con imaginación, porque es la que logra producir imagenes, y es a través del lenguaje como podemos configurar los espacios: de posesión, de los espacios defendidos contra fuerzas adversas (externas o internas), de los espacios amados (ensalsados). Dichos espacios para Bachelard se transforman en una topología de análisis psicológica descriptiva, que percibe las profundidades de lo que como personas, construimos en nuestra propia arquitectura, nuestro espacio personal geométrico que transcribimos como viajeros en total permanencia de reflexión y acción.

En el segundo texto, Bachelard (1960), nos invita a profundizar como la imaginación poética se traduce y se integra, más bien, en esa conciencia imaginante, pero cuya exigencia fenomenológica la convierte en un estado de ensoñación, en donde "la imagen poética, en su novedad, abre un futuro del lenguaje", porque anota el autor, que cuando se sueña nos presenta un entorno, un espacio donde es el momento justo para que nuestra conciencia, haga acto de dominio del lenguaje, poque, al contrario, si ésta se adormece, entonces, es una conciencia que empieza a desvariar y ya no es una conciencia. Pensemos en este caso, con lo que sucede con las máquinas artificiales (IA) que comienzan a "alucinar", y se corre el riesgo de que, lo que responden y construyen en sus propios modelos múltiples de arquitectura de lenguaje natural intentan reproducir como lo realizan las personas, multiplicidad de respuestas que codifica y emite de manera errónea, entonces qué sucede en un contexto determinado en las organizaciones, pues eso mismo retomaremos en el segundo apartado de nuestra reflexión, cuando revisemos a otros autores que enriquecen y profundizan sobre este tema de los límites en humanos y en las máquinas.    


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