Adolescentes y Jóvenes Frente a la IA: ¿Cómo Cerrar las Brechas Educativas y Tecnológicas en Latinoamérica (2a parte)

Si en la primera parte se abordó sobre cómo algunos organismos internacionales como la OCDE, CEPAL, BID y UNESCO, en diversos reportes y publicaciones hacen mención sobre la situación actual prevaleciente que viven adolescentes y jóvenes de la región latinoamericana, el caso particular de México en contraste con Colombia, respecto a lo que cada gobierno en turno ha desarrollado en relación al desarrollo e implementación de tecnologías digitales, son parte de esta problemática social, que en este apartado se analiza y reflexiona lo que sucede especialmente con esta población y su relación con el acceso a redes sociales, los comportamientos y formas de interacción que han adoptado en el ambiente de la cibercultura, en la era del capitalismo de la vigilancia digital (Zuboff, 2020).

En América Latina, millones de adolescentes sueñan con un futuro profesional ligado a carreras científicas, tecnológicas o creativas. Sin embargo, los datos muestran un desfase significativo entre esas aspiraciones y las oportunidades socio-formativas que realmente reciben. El informe de la OCDE sobre preparación profesional en la adolescencia advierte que menos del 40% de los estudiantes entre 13 y 15 años tienen acceso a orientación vocacional efectiva, y que muchos no logran vincular sus intereses con trayectorias educativas viables.

Por otro lado, los jóvenes entre 15 y 29 años-ya enfrentando la transición del mundo laboral-reportan una preocupante falta de preparación en habilidades prácticas, especialmente en competencias digitales avanzadas, pensamiento crítico, resolución de problemas y trabajo colaborativo. A esto se suma una débil integración de enfoques socio-emocionales y éticos en los sistemas educativos.

Esta problemática se agudiza al observar la situación específica de la adolescencia temprana (13-15 años). Según el informe de Patricia Cala y Paola Flores (2024), Redes sociales y normas de masculinidad entre adolescentes: hallazgos de México, las expectativas profesionales de esta población están cada vez más condicionadas por dinámicas culturales, como los modelos de masculinidad hegemónica, la hiperconectividad y la presión social por el éxito económico temprano por imitar a los llamados "influencers", que aparecen en redes sociales. 

Estas representaciones no siempre se alinean con procesos formativos sólidos, generando un vacío entre la imagen aspiracional y las posibilidades reales de desarrollo educativo y laboral. Cabe entonces plantear lo siguiente: 

¿Qué tanto repercuten estas construcciones sociales y digitales en la manera en que los adolescentes se ven así mismos como sujetos del futuro?

En ese sentido, los informes de la OCDE han sido claves para poner en el centro del debate global la relación entre IA, educación y trabajo. No obstante, dichos informes han sido objeto de críticas por su visión predominantemente economicista del desarrollo humano. Autores como Tedesco (2020) y el histórico informe Delors (1996) ya advertían sobre el riesgo de reducir la educación a una simple "preparación para el empleo", sin considerar su dimensión ética, emocional, ciudadana y transformadora.

Asimismo, muchos de los lineamientos técnicos de la OCDE parecen carecer de sensibilidad hacia las realidades específicas del sur global, particularmente de América Latina. Informes como el de SITEAL (2023) señalan que gran parte de las recomendaciones internacionales no consideran suficientemente factores estructurales como la pobreza, la desigualdad de género, la fragmentación educativa o las brechas de conectividad digital rural-urbana. La pregunta sería...

¿Es realista pensar en formación en inteligencia artificial para todos, cuando muchos jóvenes carecen de acceso a electricidad estable o a una computadora?

Esto no lleva a la siguiente pregunta clave: ¿Deben los sistemas educativos priorizar habilidades técnicas sobre competencias socio-emocionales en un entorno laboral incierto?

La respuesta no es simple. Pero lo que sí parece claro es que una formación meramente técnica no será suficiente para enfrentar los desafíos de un mundo cambiante, desigual y profundamente interconectado. Lo que necesitan los adolescentes y jóvenes latinoamericanos son modelos educativos integrales, que les permitan construir trayectorias vitales sólidas, críticas y contextualizadas, más allá de los indicadores de empleabilidad.

La idea de implementar y desarrollar proyectos académicos basados en modelos educativos integrales, estriba en no limitar la enseñanza únicamente en contenidos académicos o en competencias técnicas. Dichos modelos implican una visión de la educación plena del ser humano, en sus dimensiones cognitivas, emocionales, éticas, sociales y culturales. En el contexto latinoamericano, con sus profundos contrastes sociales, desigualdades estructurales y diversidad cultural, esta perspectiva adquiere un carácter urgente y transformador.

En lugar de formar estudiantes para responder mecánicamente a un mercado laboral incierto y cambiante, estos modelos se orientan a desarrollar sujetos con capacidad crítica, sensibilidad social, autonomía intelectual y equilibrio emocional. Este enfoque coincide con las recomendaciones del informe Delors (1996), que propondría aprender a conocer, a hacer, a vivir juntos y a ser.

Pero, ¿cómo hacer esto realidad en escuelas de secundaria y educación media superior, muchas veces carentes de recursos, con plantillas docentes saturadas y comunidades afectadas por contextos de riesgo o pobreza?

¿Cuáles serían entonces, los aspectos clave para implementar un modelo integral en secundarias y medio superior? Una propuesta a analizar entre expertos y docentes frete a grupo sería:

1. La creación de un curriculum transversal con enfoque socio-emocional crítico y creativo, lo cual implica:

-Integrar habilidades socio-emocionales: empatía, autorregulación, conciencia emocional, manejo del estrés, dentro de las asignaturas de lengua, ciencias sociales, arte o ética.

-Promover pensamiento crítico: a través de debates, análisis de problemas reales, realización de lectura reflexiva y ejercicios de argumentación.

-Promover el pensamiento creativo: mediante metodologías activas (proyectos, retos, simulaciones, diseño de soluciones comunitarias, etc.

Un ejemplo creativo de ello podría ser plantearles a los estudiantes el siguiente reto. "Y si las matemáticas se enseñaran resolviendo problemas ambientales de su comunidad, o la historia a través del análisis crítico de noticias falsas en redes sociales."

2. La formación y acompañamiento de docentes en enfoques integrales.

  • Procesos de formación continua en el bienestar docente y la educación emocional.
  • Herramientas para incorporar pedagogías activas, inclusivas y situadas.
  • Espacios de co-creación de materiales que respondan al contexto local.
Nos lleva a la siguiente reflexión: "Un maestro emocionalmente sano y éticamente comprometido puede transformar el aula más que cualquier dispositivo tecnológico."

3. Gestión escolar centrada en el desarrollo humano, a través de:

  • Protocolos de cuidado emocional y prevención de violencias.
  • Tutorías personalizadas y trabajo con familias.
  • Inclusión de voces juveniles en la toma de decisiones escolares.
4. Conexión con el entorno sociocultural.

  • Usar referentes culturales, musicales, artísticos, digitales y comunitarios del entorno local.
  • Abordar las tensiones que viven los adolescentes entre sus aspiraciones (frecuentemente moldeadas por redes sociales) y sus posibilidades reales.
  • Desarrollar proyectos vinculados con el contexto: problemas locales barriales, justicia social, medio ambiente, economía local, etc.
¿Por qué es urgente esta transformación?

  • Porque un sistema educativo centrado solo en "competencias duras" dejará fuera a los jóvenes más vulnerables y reproducirá las brechas existentes.
  • Porque la formación integral es la única que puede fortalecer la resiliencia, la creatividad y la capacidad de agencia necesarias para un mundo complejo y digital.
  • Porque sin bienestar emocional ni pensamiento crítico, ningún aprendizaje técnico podría sostenerse ni convertirse en motor de transformación personal y colectiva.
¿Tú qué opinas? ¿Conoces alguna escuela o docente que ya trabaje desde un enfoque integral en tu comunidad? ¿Qué obstáculos y oportunidades ves para avanzar en esta dirección?

En el siguiente apartado veremos entonces, como esta propuesta de modelo educativo integral se podría proyectar en escenarios de corto, mediano y largo plazo, de modo que atiendan de manera eficiente, con calidad, las problemáticas aquí planteadas sobre la formación integral de los adolescentes y jóvenes latinoamericanos en un entorno complejo y emergente.

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