Adolescentes y Jóvenes Frente a la IA: ¿Cómo Cerrar las Brechas Educativas y Tecnológicas en Latinoamérica (3a parte)

 La pregunta fundamental del tema abordado sobre ¿cómo cerrar las brechas educativas y tecnológicas, de adolescentes y jóvenes que son de la región de Latinoamérica, y particularmente de México? Sigue en la mesa de discusiones entre expertos y representantes de los gobiernos junto con sus respectivas autoridades responsables de la educación, en congresos, foros y mesas de trabajo que siguen planteando de qué manera se podría atender el rezago en materia de educación y en cuanto al desarrollo de las habilidades tecnológicas digitales, que ya es un hecho que, países como China, E.U., Canadá, Corea del Sur, Tailandia, Arabia Saudita, entre otros, y de manera algo tardía la Comunidad Europea, se suma al cambio y transformación del paradigma educativo del siglo XX al siglo XXI, la era digital de la inteligencia artificial. 

Esfuerzos notables como el caso del Dr. Domingo Farnós, para divulgar los avances de su modelo disruptivo de educación superior, así como de otros investigadores de renombre que se van integrando gradualmente desde sus ámbitos académicos universitarios, a fin de atender la tarea de construir la arquitectura de los denominados ecosistemas algorítmicos del aprendizaje, y ahora también se comienza a explorar e investigar sobre lo que ya vendría a conformar una nueva disciplina de estudio, las Ciencias del Comportamiento de los Agentes IA (Machine Behavior), como próximo tema a ser abordado desde este blog.


Desde el enfoque de los informes de la OCDE (2021), AI and the Future of Skills, es posible proyectar tres posibles escenarios de transformación educativa en la región de América Latina (LATAM), vinculados a la integración de la inteligencia artificial y los desafíos sociotécnicos emergentes que derivarían de manera particular en cada uno de los países.

Por ejemplo, podemos observar que algunos países de la región como Uruguay, Chile y Costa Rica, ya se encuentran en el escenario de corto plazo (2025-2030). Mientras que México y Colombia, estarían aun en una fase de transición, debido a las brechas marcadas en zonas rurales e indígenas; una implementación desigual; y falta de enfoque en habilidades socio-emocionales. Pero, países que definitivamente se encuentran con pocos avances hacia el escenario de corto plazo, lo tenemos en Honduras, Nicaragua, Haití, Venezuela, dado que presentan problemas comunes: escasa inversión en educación y tecnología; crisis económicas y sociales o políticas que desplazan las prioridades educativas; bajo acceso a conectividad; débil institucionalidad educativa para implementar planes de largo plazo. 

¿A qué se deben estas diferencias? A que, en los países que presentan condiciones para cumplir con las metas del escenario de corto plazo, manifiestan una voluntad política sostenida (estabilidad institucional con políticas públicas visionarias y  financiamiento constante). En cuanto a la inversión en infraestructura digital, muchos países presentan pocos avances debido a que no han logrado resolver el acceso a internet ni la dotación básica de dispositivos.

Y mientras no existan docentes preparados mediante programas de capacitación real (no simulaciones), cualquier intento de implementar la tecnología en los planteles educativos sigue siendo ineficaz. En ese sentido, la visión integral versus tecnocrática marca la diferencia de países que integran lo digital con lo socio-emocional, porque avanzan más en sentido formativo, no solo en lo meramente instrumental.

Entonces, ¿Qué se puede esperar respecto al escenario de medio plazo (2030-2040)?, el propósito de concretar una educación transformadora para América Latina. Un aspecto importante a considerar de parte de las autoridades educativas de la región, lo cual involucra a expertos en materia de educación, sería una reformulación curricular profunda, implica a su vez, no solo fijarse en el cambio y mejora de planes de estudio para obtener alguna certificación, reconocimiento y validez de parte de organismos internacionales, sino también, que contribuya a incrementar los niveles de justicia y equidad en las sociedades, que se enfoque en eliminar las formas de discriminación y marginación, que refuerce modelos y estructuras de participación democrática (Jurjo, 2010); que favorezca el autoaprendizaje, que permita realizar elecciones personalizadas de contenidos (J.G. Sacristán, 2010), afines a sus intereses y niveles adaptados del desarrollo de sus propias habilidades cognitivas y digitales con las que cuenta de manera individual y colectiva.

Que permita formar, en los adolescentes y jóvenes, en aquellos que verdaderamente muestren manifestar aspiraciones para lograr una mejor calidad de vida en ellos y en su entorno inmediato, que puedan representar ser parte de una ciudadanía responsable, preocupada y participativa para denunciar, por ejemplo, los impactos del cambio climático, la opresión hacia etnias, y cualquier intento de opresión neocolonial (cultural, político, económico, educativo), y, que sí, este basada en la integración estructural de tecnologías digitales, inteligencia artificial (IA), y que se adopte entonces, para potenciar las habilidades del siglo XXI, complementadas con enfoques centrados en el desarrollo humano integral. Implica, a su vez,  enfrentar y superar desafíos estructurales de gran magnitud, no solo tecnológicos, sino también pedagógicos, sociales y éticos.

A pesar de los avances en el ámbito de la tecnología educativa, muchos estudiantes siguen sin adquirir habilidades cognitivas fundamentales (lectura crítica, resolución de problemas, razonamiento lógico). La brecha digital, no solo es de acceso, sino también de uso significativo, observamos que hay estudiantes con acceso a internet que no saben buscar, analizar ni aplicar información. 

Las diferencias de formación se observan, por ejemplo, en las escuelas privadas urbanas que avanzan más rápido en la integración de IA con metodologías activas. En tanto que en las zonas rurales, indígenas o periféricas, siguen con modelos tradicionales centrados en la memorización y sin conectividad. La recomendación sería, garantizar una política educativa inclusiva, contextualizada y con enfoque territorial.

Otro desafío que sigue enfrentando la región, es la formación de docentes. Muchos docentes no dominan herramientas digitales ni tampoco metodologías participativas-colaborativas. Falta visión común entre su formación inicial, capacitación continua y necesidades del entorno escolar. El desafío sería redefinir el rol docente como mediador crítico, emocional y tecnológico del aprendizaje.

De acuerdo a lo revisado en el anterior apartado sobre la investigación realizada por dos académicas de la UNAM (P. Cala y P. Flores, 2024), se resalta lo siguiente. Los adolescentes enfrentan ansiedad, desmotivación y desconfianza en el sistema educativo. El desafío en el mediano plazo, sería incluir el desarrollo socio-emocional como eje transversal del currículo, no como complemento. El uso indiscriminado de las redes sociales sin ninguna asesoramiento de andamiaje de parte de los docentes y padres de familia, deja libre el contexto cibercultural en esta población en particular, para modificar, manipular y vigilar de manera desfavorable y controlar sus conductas y percepción de su sexualidad a modo, manipular sus pensamientos y sus expectativas de vida y aspiración, las cuales son completamente ajenas a su contexto y condición social.

Otro importante desafío, que de alguna manera se ha descrito en el tema, es la falta de infraestructura y políticas sostenidas. Se refiere a que, muchos países de la región, dependen en gran medida del financiamiento externo o de programas de corto plazo. No hay continuidad en las políticas públicas educativas cuando cambia el gobierno en turno. Esto implica, construir un modelo de institucionalidad educativa robusta y con visión de Estado.

¿Cuáles serían entonces, los aspectos clave que tendrían que considerar las autoridades educativas de esta región?

  1. Diseño curricular flexible y basado en competencias integrales: Incluir proyectos interdisciplinarios, basados en resolución de problemas reales, aprendizaje basado en retos y desarrollo del pensamiento computacional.
  2. Participación juvenil real en la toma de decisiones: Consultar a los propios jóvenes sobre sus aspiraciones, miedos y necesidades. Promover el liderazgo juvenil y la creación de comunidades de aprendizaje entre pares.
  3. Estrategias diferenciadas según contexto: Estriba en no poner un único modelo para todos. Crear marcos flexibles adaptados a zonas rurales, indígenas, urbanas, marginales, etc.
  4. Escuelas como centros comunitarios de innovación: Esto requiere dotar a las escuelas de tecnología, pero también convertirlas en espacios abiertos para formación de familias, docentes y comunidad. Impulsar laboratorios de aprendizaje, innovación social y ciudadanía digital.
  5. Evaluación integral y continua del sistema: Significa, medir no solo resultados académicos, sino también bienestar emocional, pensamiento crítico, creatividad, trabajo colaborativo y participación cívica. Implementar sistemas de monitoreo con datos abiertos y participación ciudadana.
Entiéndase que estos son los desafíos a enfrentar en el escenario de mediano plazo. Nos falta visualizar cuál sería la visión y misión de este modelo de desarrollo educativo integral hacia una prospectiva de largo plazo para la región.

Finalmente, para proyectar el escenario de futuro de largo plazo (2040-2050) para la región, es necesario plantear no solo una continuidad, sino una ruptura transformadora en la visión y misión de las autoridades educativas. Este escenario debe pensarse desde una perspectiva de justicia educativa, desarrollo humano, derechos y sostenibilidad, y no solo como una extensión tecnocrática del presente.

La visión educativa para el 2050 en la región, se podría visualizar como América Latina donde todas las personas adolescentes y jóvenes, acceden a una educación universal, gratuita, inclusiva y transformadora, centrada en el bienestar humano, la equidad social, el pensamiento crítico y la innovación ética, dentro de ecosistemas de aprendizaje colaborativo, diversos y tecnológicamente sostenibles.

La misión de las autoridades educativas deberían convertirse en garantes de derechos y constructoras de futuros posibles, asegurando:

  • Las políticas públicas respondan a las voces, contextos y necesidades de las juventudes.
  • La educación no reproduzca desigualdades estructurales, sino que sea una herramienta para superarlas.
  • Se promueva el desarrollo de habilidades para la vida: cognitivas, socio-emocionales, creativas, digitales, éticas y ciudadanas.
Los principios rectores de este escenario serían los siguientes:

  1. Educación como derecho humano no negociable. No se trata en "invertir en capital humano", sino garantizar dignidad, sentido y posibilidades de futuro para cada adolescente joven.
  2. Justicia social y territorial. Políticas que prioricen a quienes históricamente han sido excluidos (pueblos indígenas, zonas rurales, periferias urbanas, juventudes racializadas o en situación de pobreza.
  3. Centrado en el sujeto, no en el sistema. Aprendizaje personalizado, autodirigido, con itinerarios flexibles, adaptados a los proyectos de vida de cada joven. 
  4. Educación continua y abierta. La escuela deja de ser una etapa y se convierte en un nodo permanente de aprendizaje intergeneracional, social y laboral, con tecnologías abiertas, IA inclusiva y plataformas comunitarias.
  5. Evaluación para la mejora humana. Se supera el modelo de pruebas estandarizadas y se mide el aprendizaje como transformación personal, impacto social y capacidad crítica.  
Las estrategias que tendrían que impulsar las autoridades educativas estarían basadas en:
  1. Diseño de sistemas educativos centrados en la vida. Con currículos flexibles, modulables. Con una red de conectividad garantizada como bien común.
  2. Infraestructura digital ética y accesible. Creación de plataformas públicas de IA educativa. Creación de redes de conectividad garantizadas como bien común.
  3. Educación con enfoque intercultural, de género y comunitario. Basado en el reconocimiento de saberes locales. Integración de lenguas originarias, culturas juveniles y diversidad como contenido y metodología.
  4. Gobernanza educativa participativa. Se considera a los jóvenes como sujetos políticos en la toma de decisiones educativas. Evaluaciones ciudadanas de planes y presupuestos educativos.
  5. Alianzas transnacionales y regionales. Construcción de políticas compartidas entre países latinoamericanos para garantizar estándares de dignidad educativa, pero respetando sus diversidades.
Cabe entonces la pregunta como prospectiva del derecho: ¿Qué ganamos si esto se llega a concretar?

  • Adolescentes que se reconocen como sujetos de derecho y no solo como futuros trabajadores.
  • Jóvenes que pueden construir trayectorias de vida coherentes con sus aspiraciones, valores y talentos.
  • Una región que ya no educa para adaptarse al mundo, sino que educa para transformarlo.

Y última pregunta para la reflexión:

¿Serán capaces nuestras sociedades de imaginar un futuro educativo donde la justicia, la creatividad y el cuidado del otro sean más importantes que la eficiencia o la productividad?



  

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